Vehículo
El vehículo es capaz de unir dos puntos y su simbólica está emparentada con la del viaje, aunque en éste se puedan usar varios vehículos hasta su culminación, pese a lo cual todos comparten la misma simbólica general. También la del mensaje, que tiene que utilizar alguna forma para que lo vehicule y esos innumerables modos pueden ser múltiples y ajustados a cada ocasión, ya que igualmente son múltiples los viajes y cómo se efectúan, al igual que los mensajes, y los modos en que se transportan, desde el sonido y la luz, hasta los barcos y los trenes; pero todos directa o indirectamente se relacionan en última instancia con el hálito divino capaz de configurar el tiempo y el espacio, así como los animales y los hombres, utilizando diferentes vehículos para ello.
Por lo que se ve, tomado en general, es una parte importante de ese todo que se manifiesta de tantas y tantas maneras.
Estatua de Pegaso. Francesco Colonna, Hypnerotomaquia Poliphili, Venecia 1499
Al hombre, como intermediario, se le ha dado el poder de nombrar todas las cosas, es decir, crearlas, demostrando así ser a imagen y semejanza de su Dios. Y siendo, como es, un vehículo divino se halla tocado por una gracia inmensa. Eso lo solemos olvidar muy a menudo, debido a la pobre imagen que tenemos de nosotros mismos, dada por el mundo en que vivimos, que se hace una idea muy limitada y pacata de lo que es el hombre y las posibilidades que posee, las que forman parte de la Posibilidad Universal. Y repetimos: siendo tan grande su función a veces la olvidamos, acorralados por el medio que tiene una visión pequeña y sin criterio ninguno de lo que es el género humano al que pertenecemos y su parentesco directo con lo divino, lo cual suele ponerse fuera de uno mismo, perdiendo de este modo el ser humano su carácter vehicular.
Barcos navegando a través de las Columnas de Hércules en la época del Descubrimiento
Frontispicio del volumen conteniendo La Nueva Atlántida de Francis Bacon. 1628
2. El caballo es un símbolo del vehículo al punto que no sólo puede transportar algo, sino que por su propia naturaleza define lo que simboliza, o mejor, nos traslada a ello casi simultáneamente con su enunciación. O sea, que él se transforma en lo simbolizado. Con el caballo sucede esto, ya que ha sido por excelencia la expresión del vehículo, suplantado posteriormente por automóviles, veleros y naves espaciales. También se lo asocia con el simbolismo del viaje al igual que sus sucedáneos actuales, a los que habría que agregar el teléfono, el internet y cualquier soporte que fuera capaz de ligar dos puntos, fenómenos o cosas, como lo hacen asimismo los símbolos. Ambos actúan de modo vertical o de manera horizontal. En el primer caso lo mayor es simbolizado por lo menor, según nos recuerda R. Guénon en varios escritos. En el segundo se trata sólo de encontrar formas parientes que podrían tener pocas o muchas relaciones entre sí. Las analogías verticales están jerarquizadas y unen lo alto con lo bajo. Las horizontales se suceden de modo indefinido, o sea sin solución de continuidad, de manera que las primeras son en cierto sentido más estáticas, o fijas, que las otras que fluyen constantemente como es el caso del discurso verbal. El caballo, en sentido literal une dos puntos del espacio entre sí; metafóricamente es un vehículo y por lo tanto un símbolo de la correspondencia analógica entre lo que está más allá y lo que se encuentra a nuestro nivel más cercano. Lo que sucede a nuestro nivel debe parangonarse con lo bajo, lo que se halla más lejano, con lo alto, y son respectivamente tierra y cielo, haciendo la salvedad de que lo terrícola está unido por una analogía invertida con lo más alto, tal como el Colegio Invisible lo hace con las universidades, aunque no con las que hoy conocemos. Pegaso, el mítico caballo griego, como el lector podrá advertir, cumple con los requisitos aquí dichos; igual el caballo blanco del Apocalipsis de Juan.
Por su propio sentido vehicular, el caballo es un símbolo del psicopompo, especialmente en su carácter funerario, es decir, el de transponer los límites de la existencia individual en el viaje post-mortem, de los difuntos. → Viaje → Caballo.