Misticismo
Vaga enunciación ligada con lo religioso, vinculada muchas veces con el «éxtasis». Deformación de conceptos que se oponen al Conocimiento iniciático, a la Suprema Identidad y a la No-dualidad.
Al arrebato religioso suele llamárselo arrebato místico.
Hay mucha confusión en la actualidad acerca de lo que representan los términos «misticismo» y «religión» → religiones. Tratemos de aclarar estos conceptos o entender cuál es el lenguaje utilizado en este Diccionario por el autor, siguiendo en gran parte a René Guénon (ver F. González, Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon. Ed. Muñoz Moya, Sevilla 2000).
Lo místico está más vinculado con lo sentimental o, en el mejor de los casos, con lo «piadoso». Hombres que castigan sus lomos con varas de púas, anacoretas que ayunan en los desiertos por 20 días, como si tal cosa, y hasta se clavan en una cruz en los lugares corporales en los que se dice atravesaron a Jesús.
En cuanto a lo religioso, nos remitimos a lo dicho en Schuon versus Guénon:
La religión se limita a tres elementos: dogma, moral y culto. Es decir, lo que constituye la ley. La metafísica va más allá de la ley –aunque jamás debería abolirse la ley, es decir la religión, según las enseñanzas del Maestro Jesús–, y se refiere al Conocimiento, la Doctrina y la realización, es decir, la identificación directa con la Suprema Identidad, que al mismo tiempo es y no es. La primera se refiere a la fe, la salvación y un ilusorio más allá al que se accederá en un futuro por medio de toda suerte de rigideces, la segunda a la encarnación del Ser Supremo y la verificación de la Ciencia Sagrada que se manifiesta como una teofanía en el alma del iniciado a los misterios. Ambas labores son duras y delicadas, pero la segunda, pese a sus dificultades, finalmente se hace fácil y se obtiene la Gran Paz; mi yugo es leve, dice el Maestro Jesús. Por el contrario la religión, como fin en ella misma, lleva al fanatismo y se complace en su soberbia, y aún en la ignorancia de que hace gala, reconfortándose en el dolor de sus enemigos. Religión o Muerte es el lema secreto de este personal, netamente opuesto al del iniciado: «La verdad os hará libres».
La religión es indirecta pues ora a un Dios exterior y su ciencia es la Teología. La metafísica es interior e incluye la iluminación del alma, es decir que lleva a la deificación del ser humano, y su arte es la Ciencia Sagrada. De ninguna manera negamos la importancia de las religiones reveladas, las cuales, por otra parte, son imprescindibles como ordenadores sociales y depositarias de las semillas del Conocimiento, pero creemos también, y de modo principal, en las palabras del fundador de una de ellas: «Muchos son los llamados y pocos los escogidos.»
El pensamiento religioso actual, tal cual lo conocemos por medio de sus tres exponentes abrahámicos, se refiere exclusivamente a la adopción de la norma, hechos y costumbres susceptibles de cambios en el tiempo. El Conocimiento Metafísico, a la Revelación y al Misterio, siempre inmutables. Ambas, como se dice, pertenecen a diferentes planos de la realidad, a distintos mundos y a disímiles perspectivas. La religión así encarada es una «creencia» exotérica a la que nos adherimos, una ideología que detesta todo lo que se le opone. Por el contrario la Ciencia Sagrada es interior, metafísica –en el sentido etimológico del término–, y se obtiene por la gracia del Señor, y no por pequeños esfuerzos, siempre mediocres e interesados en obtener la «santidad», en el mejor de los casos, o el poder, como en la mayoría. En la religión, nadie se pierde para encontrarse, porque «a priori» ya se ha obtenido el orden al que sólo hay que sumarse.1 Va de suyo, entonces, la superioridad de la una sobre la otra, y la disimilitud de sus contenidos y las personas que se identifican con ambas perspectivas. (Ed. Symbolos, Cuadernos de la Gnosis Nº 9, Schuon versus Guénon. Presentación. Guatemala, 1998).
Nota
1 «También debe considerarse a la religión en algunos casos no sólo como conservatismo y tradicionalismo, sino como búsqueda de la respetabilidad, seguridad y un cierto status, en total acuerdo con las aspiraciones de la pequeña burguesía.»