DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Medicina

Ciencia de los remedios y los venenos que se fundamenta en las analogías y en la simpatía universal.

En América las comprobaciones arqueológicas más antiguas se remontan al hallazgo en las cuevas de Bell, Texas, de coralillo (Sophora secundiflora), alucinógeno utilizado en ceremonias mágicas y curaciones médicas datado por el método del carbono 14 en 9.000 años a. C., aproximadamente. Por otra parte, la constatación de textos indígenas, crónicas españolas, relatos de viajeros y los estudios antropológicos realizados en distintas áreas donde aún los aborígenes conservan intacta su cultura, permiten trazar un cuadro donde se puede observar un desarrollo completo de la medicina indígena, fundamentalmente en cuanto a la utilización de distintas plantas y substancias vegetales cuyas propiedades eran perfectamente conocidas por los naturales, los que las aplicaban como todos los pueblos arcaicos y las grandes civilizaciones tradicionales, para la curación de distintas enfermedades. Ya que la farmacopea de procedencia química sólo ha sido desarrollada en la época moderna, con variada fortuna, que hoy mismo puede observarse entre nuestros contemporáneos. Drogas Sagradas.

Un retorno pretendido a las fuentes es la medicina «alternativa», la que pone un especial énfasis en medicamentos basados en hierbas y otros elementos naturales, los que por otro lado, jamás han dejado de consumirse a nivel popular. Sin embargo, en las distintas medicinas indígenas, la mayor parte de la curación era atribuida al chamán, o brujo, el que tenía un rango y función superior a la del herborista o yerbero, aunque muchas veces se conjugaban en un mismo personaje ambas posibilidades, la espiritual y la empírica. En términos modernos esta acción curativa podría ser nominada como «psicológica», aunque en una sociedad tradicional, perfectamente integrada en todas sus partes, y donde la metafísica y lo invisible ocupaban el lugar principal, la participación de espíritus y fuerzas cosmológicas en distinto grado eran la causa de desequilibrios y equilibrios, referidos tanto al orden del microcosmos como del macrocosmos. Al hombre y al universo, y a su mutua relación que debía restablecerse para lograr la curación.

La salud, sin embargo, no es un bien para los pueblos arcaicos, tal cual para la sociedad moderna, que ve en ella una seguridad, un confort que haría más llevadera la vida en esta tierra, cuando no un simple credo, sin ninguna virtud trascendente, que se agotaría en sí mismo por el propio concepto literal y material que se le asigna. Por el contrario, la enfermedad es un signo psíquico de alteración que puede llevar al paciente a nuevas aperturas de su ser en el camino espiritual puesto que es la vía propuesta por determinadas deidades o espíritus que la promueven para fomentar la posibilidad de una recuperación.

Es además un hecho extraño a la comunidad y una alternativa para que ésta constantemente se revivifique. De ahí el papel atribuido al curandero, o brujo, y su función, que sin la enfermedad o el desequilibrio no sería nada, ni siquiera existiría, y por lo tanto su papel religioso y metafísico no tendría lugar.

Hombre medicina mandan. George Catlin, c.1832-1839
Hombre medicina mandan
George Catlin, c.1832-1839

Para los pueblos arcaicos siempre hay una energía, un espíritu en cada cosa, ser, o fenómeno, que subyace a las simples apariencias, y que simboliza de forma directa, determinadas fuerzas presentes de manera constante en el concierto universal; y es en la interacción de esas sutiles vibraciones, representadas por el perenne acoplamiento del cielo y la tierra, a la que ningún humano puede substraerse, donde debe buscarse la causa momentánea del mal, ya sea éste una inundación, o un desarreglo fisiológico, los que no son tomados como perversos en sí mismos y rechazados con un criterio moral, sino como señales de la ira de determinados dioses, que deben ser calmados por el hombre a través del sacrificio y la auto participación en el orden cósmico, lo cual supone una aceptación de todas sus manifestaciones y potencialidades.

2. Europa, y con ella el mundo entero, se benefició de los herbolarios y plantas traídas de América, (así como de distintos alimentos aborígenes, incorporados a su dieta: el maíz y la papa para no nombrar sino dos de ellos), muchas de las cuales hasta hoy no han sido reemplazadas por la farmacopea contemporánea; entre ellas citaremos al pasar: los bálsamos, las estricninas, la zarzaparrilla, los barbascos, la coca (de la cual se produjo el primer anestésico local), la quinina, el curare, los salix (origen de la aspirina) y muchísimas otras. Pasan de varias decenas de millares las plantas clasificadas desde la época de la colonia y aún faltan las que no están investigadas hasta la actualidad; la riqueza de la información que se refiere a la terapéutica precolombina es enorme, e inmensa su documentación presente en casi todos los escritos tocantes al Nuevo Mundo, en especial las Relaciones; ordenadas por Felipe II en 1574, donde los caciques debían responder a las preguntas relacionadas con el arte de curar. Entre las primeras obras organizadas referidas a estos temas deben mencionarse los códices Badiano y Florentino, vinculados a Fray Bernardino de Sahagún, donde se ilustran con preciosos colores las características formales de las plantas, el color de las flores, su empleo medicinal y el lugar donde crecen, entre otros datos. En 1570 el médico Francisco Hernández viajó a México y durante siete años investigó en la materia nombrando en su obra más de 4.000 plantas medicinales, con la particularidad de haber registrado otras substancias animales y minerales aptas para la curación. En 1565 había aparecido en España la obra del médico sevillano N. Monardes, que aunque nunca estuvo en América, sí experimentó –incluso personalmente– con las plantas aborígenes, divulgando sus propiedades por toda Europa, lo que posteriormente se tradujo en el interés de distintas exploraciones botánicas, las que han ido aumentando el caudal documental hasta la actualidad. También los estudios franceses e ingleses, incluyendo posteriormente tanto a Darwin como a Humboldt y Bougainville.

Queremos destacar una ceremonia de curación mágica de la que ya da cuenta Fray Ramón Pané en su Relación Acerca de las Antigüedades de los Indios, capítulo XVI, (la primera crónica escrita en América por un europeo), práctica que aún hoy se extiende desde el norte al sur de América. Por otra parte M. Eliade hace constar que esta ceremonia chamánica-médica es universal. El rito comienza a practicarse en la forma usual en que se desarrollan estas ceremonias por doquier, lo cual supone el ayuno y la abstinencia sexual, tanto del paciente como de su médico, la ingestión de alguna especie psicodélica, el uso del fuego, el incienso, el tabaco, el vómito ritual, los cánticos y movimientos del chamán, su soplo, etc. En determinado momento, llegado el clímax, el brujo se precipita sobre el enfermo y succiona con su boca en cualquier parte de su cuerpo y extrae una piedra o un hueso que saca de entre sus dientes y entrega al enfermo anunciándole solemnemente que éste se ha curado, finalizando así la ceremonia. Lo curioso de este rito no es tanto que el chamán ha hecho trampa pues se ha puesto previamente la piedra o el hueso en la boca, sino que todos los que participan del acto también conocen el truco, el cual deja de ser tal cuando se piensa que lo que realiza allí es la lucha de las fuerzas cósmicas, en la que triunfa el chamán mediante su poder –que para eso lo tiene–, el cual es capaz de solidificar el mal e individualizarlo, dejándolo reducido a un pequeño trozo de materia inerte, el cual se convierte posteriormente en un talismán del enfermo, capaz hasta de ayudar a las mujeres embarazadas de la casa.

3. En Mesoamérica, la enfermedad es provocada por el desequilibrio de lo frío-caliente, desajuste producido por el agente patógeno, ya que todo lo que existe, personas, alimentos, situaciones, o sea, seres, cosas y fenómenos, pertenece a una de estas categorías naturales en permanente complementación, y por lo tanto los remedios se clasifican igualmente en fríos y calientes y se aplican para armonizar el sistema del cuerpo humano. Esta clasificación es, en realidad, la misma que fuera establecida por chinos e hindúes en sus esculturas y también por la medicina hipocrática, aún vigente en la Europa de los invasores del siglo XVI. A veces esta división resulta lógica para los conceptos actuales, tal como que estar mucho debajo del sol produce una enfermedad de calor, y aguantar un fuerte chubasco una de frío, por lo que deben contrarrestarse con frescura y abrigo respectivamente. Sin embargo en otros casos la división frío-caliente nos puede parecer arbitraria, o incomprensible, al igual que los elementos y remedios que poseen virtudes frías o calientes; gran cantidad de indígenas basan su curación en este tipo de medicina hasta la fecha, lo que ha motivado estudios de alópatas sobre este asunto, verificado de modo casi unánime por los antropólogos que trabajan en el tema.