I Ching (China)
Este libro de sabiduría chino expresa de manera lacónica la sapiencia de este pueblo.
Formado por signos rectos con separación o sin ella en sus grafías horizontales que se alternan es al mismo tiempo un tratado matemático o filosófico. Es, eso sí, un libro que toca la cosmogonía tanto secreta como visible del universo y del hombre y de una forma en que se destaca fundamentalmente el sentido del cambio, las mutaciones, a las que fija de modo oracular o sapiencial. Igualmente se puede decir que es una obra musical y como tal el lector debe afinar el oído y particularmente estar lo suficientemente vacío como para recibirla.
Tal vez al hacer alguna pregunta que verdaderamente nos interesa, o algo que deseamos saber nos ponemos en relación con el aspecto adivinatorio del libro que nos contestará por sí o por no con una serie de textos sapienciales, con los que nos iremos fácilmente familiarizando y que provocará nuevos asuntos más interiores que serán capaces de llevarnos por el camino del Conocimiento.
En este caso hay que tener en cuenta que para el I Ching (el libro de las mutaciones), el cambio es lo permanente.
El origen de este libro se pierde en la noche de los tiempos aunque se lo atribuye a Fo-Hi, rey y mago que supo ver en el caparazón de una tortuga la totalidad de lo que es y siempre será. → Tradición China.
Se trata de trigramas compuestos por la combinación de líneas de trazo continuo yang o discontinuas yin que combinándose conformarán la totalidad del libro en 64 hexagramas.
Los trigramas son los siguientes:
Ki'en El cielo, el padre, lo fuerte y creativo, la cabeza, el caballo.
K'un La tierra, la madre, lo dócil y receptivo, la barriga, el buey.
Chen El trueno, el primogénito, el movimiento, el pie, el dragón.
Sun La madera, el viento, la hija mayor, la penetración, el muslo, las aves de corral.
K’an El agua, la luna, el segundo hijo, el peligro, la oreja, el cerdo.
Li El fuego, el sol, la segunda hija, el esplendor, el ojo, el faisán.
Ken La montaña, el benjamín, la quietud, la mano, el perro.
Tui El lago, la hija menor, el placer, la boca, la oveja.
Dos trigramas unidos conforman un hexagrama con los elementos antes dichos los que pueden combinarse sin repetirse entre sí, hasta formar 64 posibilidades que simbolizan situaciones definidas dentro de la indefinitud de todo lo signado por el cambio, y por lo tanto con el tiempo; además 64 = 6 + 4 = 10 = 1 + 0 = 1 retornando todas las situaciones a la unidad desde donde, por otra parte, son emanadas.
Los ocho trigramas dispuestos en torno
al símbolo de la triunidad suprema (T’ai Chi),
que componen La Rosa de los Vientos, llamada Pa-kua.