DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Guerra

La guerra forma parte de la naturaleza del hombre que desde que el tiempo existe como tal ha accedido a ella; en todas las Tradiciones hay ejemplos de esto desde la acción individual de la muerte de Abel por manos de Caín en la Biblia a los enormes ejércitos persas y las tablillas que contabilizaban su número, armamento y necesidad material.

La guerra era un aliado en el que una de las partes debía salir victoriosa para sobrevivir, como en la vida, y también en la paz. Son curiosas en ese sentido ciertas costumbres como las aztecas que mantenían a un enorme pueblo vecino como soldados que serían posteriormente víctimas de sus combates llamados "guerra florida".

La muerte de los guerreros en acción era su extraordinario destino; lo mismo para los hindúes y célticos y otros tantos, pues para todos los pueblos el heroísmo encarnaba una forma de realización espiritual.

La región de los guerreros resucitados. Códice Borgia
 
La región de los guerreros resucitados
Códice Borgia, pág. 45

En Europa y Asia el caballo fue un elemento fundamental en las reyertas y por lo tanto motivo de victoria en ciertas lides guerreras por lo que estaba incorporado a la vida misma, y sus conductores, los caballeros, un conjunto seleccionado de guerreros que, en todas las culturas, jugaron un papel fundamental, al punto de ser considerados una casta diferente al resto, origen de la aristocracia.

Poetas famosos han cantado estas guerras y las hazañas de los héroes como es el caso de Homero en su Ilíada y su Odisea, así como los textos del Mahâbâratha hindú y réplicas medievales de distinto orden, tal la Chanson de Roland, el Cantar de Mio Cid, y los famosos textos de caballería que inspiraron las hazañas literarias del Quijote. También las sagas nórdicas y aún los libros de historia que dan cuenta de esas epopeyas que en otros tiempos tenían un sentido simbólico con ánimo didáctico y ejemplar y no se referían sólo a meras crónicas vacías de contenido, como se entiende hoy a la historia, que en rigor debe ser tomada como la ciencia del tiempo.

Hasta hace muy poco la guerra era hombre a hombre, cuerpo a cuerpo, inclusive en la punta de los rifles se cargaban bayonetas, o sea un cuchillo con el cual ultimar al enemigo con varias puñaladas.

En la actualidad la guerra ha tomado un aspecto más siniestro ya que mediante la técnica se destruye al enemigo apretando sólo unos botones y éste es aniquilado incluso a enormes distancias. De este modo aséptico el hombre no tiene prácticamente nada que ver con este siniestro hecho y no siente culpa alguna por ello, ni tiene ningún recuerdo desagradable de su crimen. Todos podemos ver estas masacres por televisión en el mismo momento que están ocurriendo, considerándolas casi naturales. Hasta los propios pacifistas viven esta asepsia y no sufren tanto por ello.

Las guerras internas son las más importantes y de hecho las externas las reflejan y todas estas luchas interiores tienen sentido con respecto a la paz espiritual final, a la que se arriba en última instancia por la gracia de los dioses. Armas.

Cual nenúfar del viento el escudo gira, / cual humo el polvo se alza, / el silbo de las manos repercute / en Tenochtitlan México; / en donde está la casa de los escudos, en la casa de los dardos, / donde se tiende el solio de los Águilas, / en donde está el solio de los Tigres, / los que allí tienen el cargo de la guerra, / dan silbos con las manos para la batalla: / ¡Ah, las flores del Escudo Humeante / no en verdad, no en verdad, / jamás cesarán, jamás cesarán! (trad. Ángel M. Garibay).

2. Si se toma como cierto que el bien es la ausencia del mal se puede comprender que es igualmente cierto que la guerra es la ausencia de paz. Desde el comienzo de los tiempos ha existido esta oposición por lo que cualquier creación está signada por el binario.

Deidad guerrera. Vasija mochica
 
Deidad guerrera. Vasija mochica

Para los griegos la deidad que se ocupa de la discordia, y la consiguiente guerra era Ares, Marte para los romanos, (en el Árbol de la Vida Cabalístico, se corresponden con la sefirah Gueburah, el Rigor). En cuanto a otra deidad, en este caso femenina, Atenea, se la representa armada con el yelmo. Sin embargo ambas deidades difieren de un modo sustancial, tal como se observa con otro dios de la guerra, el azteca Huitzilopochtli, que exige sacrificios humanos en honor de la deidad Solar. Atenea.

Pero en esencia el dios de la guerra, pese a estas diferencias, subsiste, aún con las distintas caretas y disfraces.

Es el dios de la discordia y en este sentido se emparenta con la desunión, o sea, la negación de la unidad.

Se trata de dos elementos que los chinos llamaban yin y yang unificados en el Tao, y en otras Tradiciones considerados como las dos mitades del huevo cósmico (Egipto, Grecia, Persia) asimilado al modelo del Universo. Asimismo Shiva cumple este papel destructor, o mejor, transformador, sin el cual el Mundo sería imposible, pues la energía pasiva debe controlarse mediante el aumento de la activa y viceversa.

Son también, en el hinduismo, Ida y Pingala y en el Árbol de la Vida hebreo, Binah y Hokhmah, por lo que el reconocimiento de esta dualidad ha sido unánime, aunque muy oculto en las Tradiciones monoteístas, que de hecho niegan esta dualidad y son capaces de apostar por cualquiera de las dos y considerar a ésta o aquélla como buena o mala.

En su tratado El Arte de la Guerra Sun Tzu dice:

Utiliza por lo general las fuerzas directas para entablar la batalla, y las fuerzas indirectas para imponer la decisión. Los recursos de los que son hábiles en la utilización de las fuerzas indirectas son tan infinitos como los de los Cielos y la Tierra, y tan inagotables como el curso de los grandes ríos.

Ataca a descubierto, pero vence en secreto. He aquí en pocas palabras en qué consiste la habilidad y toda la perfección misma del gobierno de las tropas. La plena luz y las tinieblas, lo aparente y lo secreto; he aquí todo el arte. Los que lo poseen son comparables al Cielo y a la Tierra, cuyos movimientos nunca dejan de tener efectos: se parecen a los ríos y a los mares, cuyas aguas no pueden agotarse. Aunque estuvieran sumidos en las tinieblas de la muerte, pueden regresar a la vida; como el sol y la luna, tienen el tiempo en que mostrarse y el tiempo en que hay que desaparecer; como las cuatro estaciones, tienen las variedades que les convienen; como los cinco tonos de la música, como los cinco colores, como los cinco gustos, pueden llegar a infinito. Pues ¿quién ha oído jamás todas las melodías que pueden resultar de las diferentes combinaciones de los tonos? ¿Quién ha visto jamás todo lo que pueden representar los colores en sus diferentes matizaciones? ¿Quién ha saboreado jamás todo lo que los gustos diferentemente templados pueden ofrecer de agradable o de picante? Y sin embargo sólo se señalan cinco colores y cinco clases de gustos.

En el arte militar, y en el buen gobierno de las tropas, no hay, ciertamente, más que dos clases de fuerzas: como sus combinaciones no tienen límites, nadie puede comprenderlas todas. Estas fuerzas son mutuamente productivas y actúan entre sí. En la práctica sería una cadena de operaciones cuyo extremo no se podría ver, como los anillos múltiples y entremezclados que hay que juntar para formar un anular, es como una rueda en movimiento que no tiene principio ni fin. (Sun Tzu, El Arte de la Guerra, Trad. E. Serra).

3. Se nos ha enseñado que la pequeña guerra depende de los hechos victoriosos de los ejércitos, y así es en efecto. Pero también se nos ha dicho que esta última es una lucha exterior contra las dificultades y posibilidades adversas, mas la segunda es llamada la "Gran Guerra" y en términos generales se refiere a las luchas internas para conquistar el Conocimiento, que son aquellas que los neófitos deben sostener contra ellos mismos. Pequeñas y grandes guerras son adversidades a sortear en la conquista de la Sabiduría (Hokhmah).