DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Tradición

«Lo que no podemos permitirnos es no saber nada acerca de las circunstancias que nos han tocado vivir. Debemos conocerlas porque ellas son las formas, los símbolos, en que se ha manifestado a nosotros la vida, al ser partes integrantes de la misma. Si no conocemos nuestro medio y no nos sentimos partícipes en menor o mayor grado de él, no podremos salir del mismo. Y entonces no tendremos más remedio que intentar una fuga imaginativa que, por otra parte, es lo que estamos habituados a hacer cotidianamente. Por el contrario, la primera labor del aspirante al Conocimiento es enfrentar el mundo que le ha correspondido. Es decir, verlo y oírlo, aunque estemos en la fase final del Kali-Yuga.

«Para poder lograr este propósito, paradójicamente, es imprescindible que nos apartemos de ese mundo, pues estando confundidos en su devenir y habiendo extraído del mismo todas las valorizaciones que constituyen nuestro ser, debemos detenernos y observarlo desapasionadamente.

«Esto es evidentemente una labor muy ardua, puesto que nuestra misma programación –con la cual no se nos ocurriría dejar jamás de identificarnos–, no es otra cosa que un sentimiento prohijado y acunado por el propio medio al que intentamos observar. En efecto, cuando se nos dice que nuestras concepciones son extraídas del ambiente no se nos está diciendo que este hecho se refiere sólo al intelecto, sino a la totalidad del ser humano; a las más caras creencias, las más arraigadas convicciones, los más puros sentimientos, o sea a la identidad del hombre ordinario, que es una alternativa de lo que le ofrece el sistema socio-cultural vigente en un determinado tiempo cíclico y cósmico. Con respecto a ello es que juega sus diferentes roles o papeles.

«Va de suyo entonces, que lo que entendemos por Cultura no son las ‘artes’ y las ‘letras’ imperantes en uno u otro periodo, ni lo que comprendemos por Tradición son ciertos usos y costumbres válidos para un tiempo histórico. Ni siquiera es el catálogo de los detalles de esos diferentes pueblos. Una Cultura es la concepción internalizada de un modo coherente de ser, que vivencian todos los integrantes de la misma. Es un organismo vivo que a los efectos de su manifestación ha tomado una estructura determinada que lo hace apto para la interrelación de sus distintos integrantes, cuyos canales se comunican entre sí con el objeto de satisfacer todas sus necesidades.

«Esta forma particular de ver la organización, cultural o social, tiene especial interés no bien se reflexiona en que todas las ciudades o civilizaciones –como ya llevamos dicho– tienen un Origen Mítico, vale decir, sagrado. En un medio de esa naturaleza, la Tradición, en sí, no es sino la imagen del Mundo Arquetípico, Atemporal, que se expresa cíclicamente en la cinta del tiempo.

«Y llama poderosamente la atención que todos los instrumentos culturales en donde se expresa en su función civilizadora, es decir, la Obra de sus dioses, semidioses, sabios o héroes, son unánimemente atribuidos a revelaciones supra-cósmicas, es decir supra-humanas.

«Igualmente no es propio suponer que hay varios cosmos. El cosmos es uno solo como bien se encarga Platón de explicarlo en el Timeo. La sucesión de mundos o de ciclos de dimensión o duración indefinida es lo que se entiende conceptualmente por Cosmos. El ciclo del electrón vivo, el ciclo atómico insertado en el ciclo molecular, el molecular navegando en el celular, el celular presente en el ciclo humano, el humano desplazándose en el ciclo de la naturaleza, el de la naturaleza coexistiendo con el de la Tierra, el de la Tierra en todo dependiente del ciclo solar, el ciclo solar circunscripto al orden de su centro galáctico, el centro galáxico determinado por otro centro galáctico y así sucesivamente, en forma indefinida, es lo que constituye el concepto de Cosmos. Fuera todo es imposible, puesto que no puede existir algo que sea exterior a él. Cualquier posibilidad, de cualquier tipo, está excluida, por lo que el Cosmos es uno solo y la idea de la pluralidad de Cosmos o de distintas metafísicas, es una pura contradicción a lo que el concepto de Cosmos y Ciencia Sagrada significan.

«El Cosmos no es la suma de sus partes, así como tampoco la Tradición es el conjunto de costumbres, morales y ortodoxias de un tiempo concreto, ya que su Origen está más allá de cualquier época o determinación.

«Por lo tanto cuando se nos dice que algo es supracósmico, o constituye la Tradición, debemos comprender que se nos está hablando de un concepto que está más allá de la comprensión ordinaria del hombre. De algo invisible que no es aprehendible por los canales del hombre común. Algo que sin embargo es tan auténtico y real que llega a decirse que es la vida misma.

«Este nivel de percepción (para llamarlo de algún modo) está íntimamente relacionado con el conocimiento directo de otras modalidades del tiempo y del espacio vulgares. Pues éste se halla aprisionado entre las paredes de su propio cosmos. Es decir, de todo aquello que ha sido capaz de concebir, ya que nada hay fuera del cosmos de nuestra conciencia. Estas concepciones se transmiten en el organismo humano –de ida y de vuelta– a través de los conductos del sistema nervioso, análogos a aquéllos por donde se revela la civilización, las calles por donde se comunica una ciudad.

«Y es bien sencillo entender que esta última no es la suma de sus habitantes, ni la de los ladrillos de sus casas, ni tampoco tal o cual accidente geográfico o particular, aunque todos ellos sean parte constitutiva de la misma.

«Sino que la Cultura que transmite la Tradición –no hay Tradición sin Cultura ni Cultura sin Tradición– es fundamentalmente un concepto, una idea, un espacio otro, para decirlo de alguna manera.

«Esta visión se hace más clara cuando tomamos una parte constitutiva del modelo de la ciudad o una tradición particular. El templo o la casa-hogar es una réplica en escala del modelo social y de la revelación que lo ha prohijado. Tanto la ciudad, como el templo o casa-hogar, son espacios construidos, significativos, con respecto a la aridez del espacio amorfo y desértico que los circunda.

«Estos espacios significativos, estos legados tradicionales, han sido creados a partir de materias preexistentes, indivisas, invisibles, y caóticas –en el más alto grado de esta última expresión–, tal como se dice en todos los génesis; la obra de la creación es efectuada por el Demiurgo y sus auxiliares.

«Tanto en la ciudad, como en el cosmos, el creador (o creadores) está siempre presente pero no constituye ninguna de las partes de los mismos. Toda la construcción es el producto de una idea primigenia, de una concepción inteligente que se desarrolla a partir de un centro, de una síntesis conceptual, por intuición directa.

«Y así como nosotros no somos nuestro corazón o nuestros pulmones, ni nuestro hígado o pies o manos, sino que las relaciones entre todos constituyen un organismo vivo, así también las diversas relaciones reveladas conforman la Tradición y el Cosmos y sus ciclos. Sin embargo esta limitación impuesta por el cosmos mismo, del que dependemos en todo para vivir, del que somos hijos, es decir hechos a su imagen y semejanza, puede ser trascendida por su propio medio y el de la Tradición que ha prohijado.

«Efectivamente, las ‘vibraciones’ del creador están siempre presentes en su obra aunque de modo inmanente.19 Es decir, ocultas bajo la forma de la idea o la inteligencia creadora. Esta idea o inteligencia es de otro orden con respecto a la construcción material a que da lugar. Es ‘anterior’, en el tiempo sucesivo, a la construcción manifestada, pero coexiste perfectamente con ella. Es otra dimensión del tiempo lineal que se puede decir está ‘más allá’ del mismo; que lo trasciende y le da su verdadero sentido.

«Así acontece con el mundo pues la idea que tenemos del mismo está relativizada por sus partes constitutivas; pero del mismo modo que un espacio cualquiera, una habitación por ejemplo, no es la suma de sus constituyentes20 sino que fundamentalmente conforma una idea ‘anterior’ que la habitación o espacio simbolizan, y que está implícita en la habitación o el espacio mismo, así la Tradición no puede sujetarse a estas o aquellas normas… Lo que se trata de decir en definitiva es que tanto el cosmos, como la cultura, son limitados. Y que esa limitación es la que marca nuestro condicionamiento. Por otra parte son esas mismas estructuras las que permiten salir de ellas y exactamente para eso es que han sido diseñadas; tal el caso de la Tradición, pues así como el movimiento cósmico es el que nos da la idea de la inmovilidad, así también el límite es el que nos da la idea de lo ilimitado.

«La Cultura es entonces una ausencia que nada tiene que ver con la información o la historia, algo que no es la estadística del hecho cultural sino más bien su negación.21 Análogo es lo que sucede con la emanación cósmica. No es esta o aquella parte del cosmos, o su ‘energía’ lo que interesa, sino comprobar que esta realidad es inexistente como tal, más allá de sus mismos límites.

«Ello se simboliza por la piedra que corona la obra constructiva y que es también el origen y la salida del cosmos, aquello que establece un contacto con ‘otros mundos’, es decir con otras relaciones espacio-temporales, que como todas las cosas, sólo se perciben en la interioridad de la conciencia.

«Todo esto se encuentra en estricta relación con lo que es la Tradición, Unánime y Perenne, siempre presente y vertical, tan válida para hoy como lo ha sido siempre y lo será para cualquier otro manvântara, o humanidad, ya que es Eterna y simultánea, simbolizada por el Polo como puerta de entrada y salida a lo supracósmico, origen y fin de cualquier manifestación, en contra de la visión perpetuamente histórica y social de los que por sus limitaciones tradicionalistas sólo pueden imaginar sociedades e iglesias ideales, tan confusas en su vaga imaginación como las proyecciones de sus frustrados anhelos.» (Federico González, Esoterismo Siglo XXI, cap. III.). Filosofía.

 

Notas

19 «Estas vibraciones armónicas religan permanentemente la inmanencia y la trascendencia divina, tal cual el microcosmos o el macrocosmos son una misma cosa en el Eterno Presente, por lo que el ser humano puede acceder al Ser universal en cualquier segmento del tiempo sucesivo, lo que es lo mismo que encarnar la Tradición Primordial.»

20 «La resistencia que tienen al impacto las paredes, la capacidad en m² o cúbicos, el peso de los materiales de la construcción, el tema acústico, etc., o cualquier ‘medición’ con las que podrían llenarse expedientes enteros, innumerables códigos de información, que nada nos dirían de esa habitación en sí, y con los cuales no podríamos conocerla.»

21 «La historia es importante, pero no tanto cuando se trata de lo intemporal, y eso lo ha comprendido perfectamente Mircea Eliade. Otro de los errores ‘historicistas’ occidentales es la asimilación, sin más, de la Tradición, que es polar y siempre actual, a las religiones del Libro, en detrimento de todas sus otras expresiones histórico-sociales, y sobre todo con respecto a su manifestación más allá de cualquier encuadre espacio-temporal.»