DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Rito

Del sánscrito rita. El rito es la dramatización y escenificación del mito y el símbolo.

El más importante rito del que derivan todos los otros es nada menos que el de la Creación Universal, en particular el drama de la muerte y la resurrección que sufre el sol en el día y el año. La vida y su cotidianidad son el mayor de los ritos posibles, los que han sido escenificados por el hombre en todos los tiempos y latitudes.

La máquina del mundo y sus indefinidas manifestaciones y consecuencias que signan todo lo posible es en realidad –y no puede dejar de serlo– el modelo de cualquier representación existente, que incluye el nacimiento, el desarrollo, ocaso y deceso de todo lo creado, por lo que puede advertirse que el número cuatro que determina este proceso inevitable ha de ser fundamental en el rito que las expresa, al igual que los estados propios de cualquier ser o cosa creada; lo mismo en lo que respecta a las instancias en que se presenta la materia (radiante, aérea, líquida y sólida) que son aquellos elementos que se utilizan en los ritos, o, en el espacio, los cuatro puntos cardinales que señalan las cuestiones de orientación.

Habría que distinguir entre estas auténticas revelaciones rituales y las ceremonias religiosas, tal como debe hacerse entre el verdadero símbolo y las alegorías. Aún más alejadas de ello están las ceremonias cívicas y laicas, las que pueden ser asimiladas a la insignia y la convención, también igualmente muy lejos de los símbolos.

2. Representación de la posibilidad de la restauración en sus orígenes increados propia de los seres humanos. Los ritos pueden ser de distinto tipo, desde los sociales –como en la entrada a la pubertad–, o los de las ceremonias de casamiento, y lo mismo las agrícolas relacionadas con la fecundidad de la tierra –amén de las festividades de todos los santos existentes–, a los ritos esotéricos que, por el contrario, son iniciadores en la aventura del Conocimiento.

3. Pero, puesto que la recitación ritual del mito cosmogónico implica la reactualización de este acontecimiento primordial, se deduce que aquél para quien se recita queda proyectado mágicamente al «comienzo del Mundo» y se convierte en contemporáneo de la cosmogonía. (Mircea Eliade, Lo Sagrado y lo Profano, cap. I).