Pitágoras
El ser humano, o entidad llamada Pitágoras, parecería tener una existencia fijada desde c. 580 - 500 a. C., es decir en el siglo VI antes de Cristo, época en la que se dice existieron en otros pueblos figuras igualmente providenciales (Lao Tse-Confucio, Shakyamuni Buda, Zaratustra, Daniel, etc.). Viajó por el mundo veintidós años y conoció numerosas culturas, entre ellas la Mesopotámica y Egipcia donde parece fue iniciado en sus misterios.
La de Pitágoras es una revelación excepcional, la de los números, todos sus teoremas, y todo lo que inventó ese inspirado que venía de otro lado, una entidad derivada de la fuerza y energía que heredó de la serpiente Pitón.
Todo esto que vivimos, la construcción, y todo, deviene de Pitágoras, y hay otros Pitágoras, y otras pirámides y no derivan esas culturas unas de otras, y si no, si es de una, es de un tiempo muy remoto, para la escala que el hombre puede medir: 9.000 años antes de esta era, en total, 11.000 años.
Sin embargo no sabemos qué pasará en los próximos. En pocos años más, ya estamos en situación de verdadero peligro. En realidad este es otro aspecto de esta entrada al que tratamos en → Ciclos → Edades.
Qué habrá pasado en ese periodo. Uno no sabe pero todo el mundo va tejiendo un libro, una señal, un color, un resumen sintético. En una unidad que se polariza y dos formas que son destructivas si no se equilibran, si no se proporcionan una con la otra y pesan lo mismo. Cohesión todo el tiempo, debida a lo que hoy se llama la gravedad, hija del amor, de Eros. Cohesiona partes del universo. Marca la salida de la atmósfera a la estratósfera, arriba no existe ley de gravedad (llamada hoy así, lo cual le debemos a Newton, fundamental, él deriva de Pitágoras). Las matemáticas son una vía. Hay que seguirlas, hasta un punto, abandonarlas cuando deben serlo. Habrán servido como transporte, hay que cambiar a otro modelo, pues éste ya no da más. → Teorema de Pitágoras.
2. «El mismo nombre de Pitágoras procede de la Pitia del templo de Delfos (dedicado a Apolo) que profetizó su nacimiento como un bien donado a los hombres, nacimiento que aconteció aproximadamente el año 570 a. C. en la isla griega de Samos. Habiendo recibido los misterios órficos propios de la antigua tradición griega, Pitágoras abandona su patria natal para realizar una serie de viajes que lo llevarán por todo el mundo antiguo, especialmente Fenicia, Babilonia y Egipto, país en donde residió durante un largo periodo de tiempo, siendo iniciado por los sacerdotes egipcios, guardianes de la sabiduría de Hermes-Thot. Madurado su pensamiento, y tras realizar la síntesis de todo el saber recibido, Pitágoras regresó a Samos treinta y cuatro años después, preparado para cumplir con el alto destino predicho en su nacimiento, y que no era otro que el de crear las bases sobre las que se asentaría la cultura griega, y posteriormente la civilización occidental.
«En Samos fundó su primera escuela, que sería el germen de las que más tarde se establecieron por toda la cuenca mediterránea, especialmente en la Magna Grecia (Sicilia), en cuya ciudad de Crotona estuvo el centro más importante en vida de Pitágoras. Sus enseñanzas (cosmogónicas, esotéricas y metafísicas) se articulaban en torno al Número, donde residía el origen de la Armonía Universal, pues a través de él se revelan las medidas y proporciones de todas las cosas, celestes y terrestres, idea que Platón recoge en el Timeo, su libro pitagórico por excelencia. Para Pitágoras ‘todo está dispuesto conforme al Número’ encontrando en la → tetraktys o Década el número perfecto y la expresión misma de esa Armonía, pues ‘sirve de medida para el todo como una escuadra y una cuerda en manos del Ordenador’.
La Tetraktys pitagórica
= 1 + 2 + 3 + 4 = 10
«Armonía manifestada fundamentalmente también por medio de la música y las formas geométricas, como atestiguan sus famosos teoremas y la estrella pentagramática o pentalfa, distintivo de la propia fraternidad pitagórica, la que continuó perviviendo durante largo tiempo, al menos hasta la Alejandría de los siglos II y III d. C., donde acabó integrándose en la Tradición Hermética, llegando así hasta nuestros días a través de las diversas artes y ciencias que tienden a la transmutación del ser humano mediante la Sabiduría, la Inteligencia, el Amor y la Belleza.» (Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha).