Penélope (gr.)
La única mujer que pudo rivalizar en belleza con Helena. Ulises pretendió a esta última, aunque no la obtuvo, por lo que casó con Penélope, su prima, ambas nietas de Etalo, el rey de Esparta. Todo hace pensar que Ulises salió ganando enormemente con esta situación pues su mujer era también inteligente y le fue fiel hasta su vuelta de la guerra de Troya; antes de su partida ella da a luz a Telémaco su hijo y a poco Ulises se aleja al combate, pero la guerra de Troya tardó diez años, y otros diez la vuelta de Ulises a su casa. Durante todos estos años la bella mujer tuvo que desembarazarse de una nube de pretendientes. Además Ulises es dado por muerto al no tenerse noticias seguras de su paradero, por lo que es apremiada una y otra vez y ella decide esperarle siempre, sea lo que sea.
Penélope, J. R. Spencer Stanhope, 1849
También se nos dice que la mujer, comenzó entonces a efectuar un tejido para regalar a su suegro. Y como los pesados insisten ella termina recluyéndose, diciendo que los considerará cuando termine su trabajo. Pero ha urdido una estratagema y lo que teje de día, de noche lo desteje y así los tiene durante tres años. Es decir, hasta el momento en que llega Ulises a Itaca y se presenta ante ella disfrazado de mendigo contándole que conoció a su esposo narrándole detalles personales, por lo que Penélope no puede dudar de él y no duda, hundiéndose en el dolor, cuando oye la noticia de su muerte. De este modo Ulises se entera del amor que Penélope siente por él, aunque sorprendentemente no se descubre a ella y decide castigar a los pretendientes que se habían instalado en su casa y estaban saqueando su hacienda. Nos enteramos de que Ulises procedía de esta manera por motivos estratégicos ya que es reconocido por una cicatriz que le descubre una nodriza. Entonces asistido por su hijo Telémaco, al que se había dado a conocer, embriaga a los sinvergüenzas y los mata sin piedad.
En este mito se hace evidente, a nuestro entender, que detrás de la simple composición de estas historias homéricas hay presente otra cosa, que se nos escapa, al igual que en toda poesía hecha de acuerdo a las reglas del arte y que por lo tanto sea capaz de revivir por el lenguaje, los contenidos de la Tradición, las historias de los dioses y la grafía de las estrellas.
Penélope trae el arco de Ulises a sus pretendientes
Padovino, 1620s.