Oscuridad
La oscuridad es un símbolo de la ausencia de la luz, por oposición a la iluminación. Así, San Juan de la Cruz se refiere a los dos aspectos de la oscuridad-luz:
En esta noche oscura de esta vida / qué bien sé yo por fe la fonte frida / aunque es de noche.
En otro poema el santo nos dice:
En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡oh dichosa ventura, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada…
Y luego:
¡Oh noche que guiaste!; / ¡oh noche amable más que la alborada!…
Y en otro más:
Porque, si de luz carezco, / tengo vida celestial, / porque el amor [da] tal vida / cuando más ciego va siendo, / que tiene al alma rendida, / sin luz y a oscuras viviendo.
Y finalmente en otra cita:
Las tinieblas del alma dan luz,
frase expresada en un comentario.
Como se ve, la oposición y complementariedad de la oscuridad-noche y de la luz-día están claramente expuestas en estas citas sacadas de sus Obras Completas.
Podría decirse que en el viaje iniciático se comienza con la oscuridad de la ignorancia, o el caos que es rasgado por el Fiat Lux, dando lugar a un proceso complejo, difícil, e iluminado, cuyo final sin embargo, es también una negra espesura asimilada a la ignorancia en su aspecto más alto y al No-Ser y lo Inefable. En efecto, la oscuridad inicial llega finalmente a la oscuridad final de las tinieblas, iluminadas por el palpitar de lo desconocido. Allí, en la oscuridad, se encuentran el comienzo y el fin, por lo que este símbolo polivalente, a la par de otros muchos semejantes, posee dos sentidos (o mejor una indefinida cantidad de ellos que se sintetizan en la díada), el de la selva oscura de Dante y el de la Posibilidad Universal en el ámbito de la Nada o la majestad de lo increado, que puede ser descrita como una oscuridad más luminosa que la luz del mediodía.