Ojo
El ojo, o los ojos, están naturalmente emparentados con la vista y con la percepción tanto externa como interna, cuya correspondencia se establece con facilidad. Por lo que ver no es sólo algo ligado con el sentido de la vista, sino también, inmediatamente, con la comprensión de un fenómeno, hecho o cosa. La luz está relacionada con este doble aspecto de la vista, o visión, y por lo mismo vinculada con el ojo como órgano sensorial. Igualmente no ver, o estar ciego, cumple este mismo papel de forma invertida, pues las cosas no existen hasta que las vemos.
El ojo de Dios es capaz de verlo todo ya que por su propia naturaleza su visión es ilimitada en oposición con nuestras propias limitaciones sujetas a los sentidos y por lo mismo a la temporalidad. Por lo que la deidad puede, sin duda, ver en el interior de nuestras conciencias.
Ojo del tótem. Indios del
noroeste de Anérica.
El ojo es también un talismán de uso corriente (Turquía, etc.) y es asimismo frecuente la maldición llamada «mal de ojo».
Hay también un tercer ojo asociado a la clarividencia, situado entre los otros dos y que en la Tradición Hindú es vinculado al ojo de Shiva.
Tanto el ojo derecho como el izquierdo están en relación de modo general con el simbolismo de la izquierda y la derecha. El derecho es masculino y se vincula al sol y la actividad y el izquierdo a lo pasivo, femenino y lunar.
El ojo del corazón es la comunicación permanente entre el hombre y Dios y al mismo tiempo la que establece Dios con el hombre.
En algunas Tradiciones las estrellas del cielo nocturno son los ojos con que los dioses miran a los hombres.
En Egipto, el ojo era un poderosísimo talismán, vinculado al dios Ra, o a Horus, su representante en la tierra, y por lo mismo al faraón.
El Delta luminoso es un símbolo masónico colocado en el Oriente de la Logia, sobre el Venerable, conformado por un ojo dentro de un triángulo. Este símbolo es compartido con el cristianismo.