Niño-Niña
El niño es tomado como símbolo de ingenuidad y obediencia. En este último caso es un niño muy bien educado. Esta sensibilidad infantil hace del niño un símbolo precioso al que se le ha alterado el sentido emparentándolo con el de la pureza, o el de la devoción.
El maestro Jesús se refiere a estos niños que todos hemos sido antes de ser hombres, por un lado con aquello de:
Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. (Mateo, XVIII, 3).
Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. (Marcos, X, 14).
y por otro:
El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado. (Marcos, IX, 37).
el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él (Marcos, X, 15).
Lo que cobra particular importancia en estas épocas donde se dice que los niños recibirán el Conocimiento de manera directa puesto que dicho fulgor interior se hará visible en todo el universo.
Es decir, activar la substancia de nuestro pensamiento y por otro lado entregarnos a él como un niño se entrega a cualquiera, incluso a los que llegan para perjudicarle.
2. Debemos citar en el ámbito alquímico-hermético la presencia del buscado «niño alquímico», el que ha de nacer en nosotros antes de emprender nuestros trabajos sagrados. Otro mito muy relacionado es el del niño-rey y aun el del niño-dios conocido en diferentes Tradiciones amén el cristianismo.
3. Todas estas referencias se aplican tal como las vírgenes-madres a un hecho paranormal, o mejor sobrehumano, a una incógnita de significado casi llegando al misterio. No es sin embargo esta la función del mito sino más bien está signando a la inversa. Por último decir unas palabras sobre los niños viejos, que han sido descritos en el Renacimiento con el dicho puer senex.
Durero, Paidogeron (Puer senex), 1527