Muerte
En el contexto de la simbólica, la muerte sólo puede tener un significado de transformación, de pasaje. Efectivamente, en la iniciación, la muerte es seguida de una resurrección, e igualmente en el viaje definitivo, en la post mortem. Para esta última situación la civilización egipcia escribió el Libro de los muertos y la tibetana el Bardo Todol, pues se suponía que el alma después de la vida iniciaba inmediatamente otra vida en el más allá, motivo por el cual innumerables Tradiciones han enterrado a sus difuntos junto a adminículos domésticos, alimentos, y aun a sus esposas y esclavos que se suicidaban para acompañar al deceso.
En cuanto a la iniciación durante la vida de una persona, ella se produce en determinados momentos de su existencia, de modo ritual, cuando participa de instituciones esotéricas o religiones mistéricas.
Aunque este rito se va sucediendo cotidianamente, en el interior del iniciado. O sea, no es sólo en un día en que se renace, pues esta sería una forma infantil de ver la transmutación que necesita, a veces, de años para irse consolidando y para que el sujeto advierta su cambio de estado. De modo natural se suceden también las muertes y resurrecciones constantemente cada vez que dormimos y despertamos, o incluso cuando aspiramos o expiramos, y son notorias las transformaciones que se van produciendo a lo largo de la vida y que aun en sentido profano podrían tomarse igualmente como muertes y resurrecciones.
La carta número trece del Tarot es llamada La Muerte –en algunos tarots antiguos no tenía nombre–, y se refiere al fin de situaciones temporales o de cualquier otra naturaleza y al recomienzo de distintas posibilidades.
La muerte (Thanatos) es hermana de Hypnos, el sueño, ambos hijos de la Noche.
Vida y muerte son dos caras de una misma moneda que graciosamente la deidad ha donado.
En las iconografías la idea de muerte suele estar representada por la imagen de una calavera o esqueleto a menudo con una guadaña.
Cornelis Galle, c. 1625
2. Fin de la vida. Para los sujetos del Conocimiento, estado intermediario hacia la resurrección. En efecto, según los egipcios, y los órficos, las almas son pesadas y juzgadas en este proceso, análogo a la iniciación, motivo por el cual quien ha pasado por él no debe repetirlo, sino acceder a la Vida, u Oriente eterno, ya que ha efectuado su Destino auxiliado por la Providencia. En el otro platillo de la balanza sólo hay una pluma por lo que seguramente se espera que el neófito haya llegado allí muy liviano de peso y materia, casi como flotando en el aire. → Athanatos.