Mensajes
Los mensajes son elementos, que nos vienen de fuera, y que son percibidos por la psiqué como algo de sumo interés ya que altera nuestra conciencia ordinaria, irrumpiendo en ella y marcando nuevas posibilidades, siempre renovadas. Recibir mensajes es estar vivo, y es un tremendo preámbulo hacia la muerte considerar que esos mensajes ya no nos interesan, o dejen de tener significado. Siendo el mundo y los dioses un asombro constante nos dicen perpetuamente cosas que tenemos que oír y descifrar y que se refieren a nosotros mismos.
Hermes, el gran dios, es el dios de los mensajes que se reciben por medio de los vientos, siendo el comunicador por excelencia. Pero no sólo es el comunicador del más allá sino que también patrocina el mensaje entre los hombres, situación que es conocida y manifestada por los distintos correos del mundo.
Respecto a la transmisión de lo macrocósmico a lo microcósmico por su mediación, y en cuanto a lo que se transmite, son precisamente esas ideas que por su naturaleza metafísica permanecen siempre inmutables y no sujetas al ciclo de
lo que siempre deviene y nunca es,
en palabras de Platón; ellas constituyen esa imprescindible referencia central para todo lo que existe, ya que son las que han fijado el modelo arquetípico y cosmogónico que ha dado existencia a cada civilización, es decir su ser y su identidad,
articulando todas las manifestaciones y aspectos de la vida humana; ya fuese en lo social, en lo político, en lo artístico, lo científico, religioso, filosófico, etc.,
como nos dice Francisco Ariza en El Simbolismo del viaje, ya que el Ángel guardián munido de su trompeta hace que el recipiendario escuche su mensaje y modifique sus puntos de vista y su recorrido en la medida de lo posible, especialmente si los mensajes son recurrentes. Pero esto sería imposible sin la audición que se les presta. Así la trompeta celeste no tendría sentido si no hubiera oyente y tampoco nada se podría escuchar sin esa trompeta. Esta es la dialéctica del mensaje, lo que hay que tener en cuenta cuando uno trata de referirse a él, es decir, que no hay mensaje sin mensajero y que la función de mensajero no existe si no es gracias a un oyente.
Hermes como portador de la escritura
El mundo está compuesto de mensajes verticales, de los dioses a los hombres y horizontales, de los hombres entre sí con lo cual se teje la trama y la urdimbre de lo que conforma lo que llamamos la realidad. Y el tiempo y el espacio son los primeros en tejer esta trama que es la propia existencia del ser humano; en cuanto al amor, las flechas del Ángel pagano Cupido, un alter ego de la diosa Venus, cumplen esa misión de mensajeras.
Los ángeles son los espíritus intermediarios que no sólo transmiten los mensajes sino que con sus vibraciones los hacen efectivos y cognoscibles para los interesados. El soplo de Eolo, cumple igual función; en la iconografía las alas, atributos de los pájaros, nos están dando la misma significación; los oráculos cumplen específicamente esa tarea. → Audición.