Macho Cabrío
Animal prototipo de la virilidad al que se entregaban ciertas sacerdotisas egipcias según Herodoto. Símbolo de la lascivia para monjas y monaguillos medioevales que sin embargo le rendían un culto no confeso, y dibujaban a las brujas volando en el cielo montadas en ellos como imagen del diablo, sucio y maloliente; para algunos guarda cierta relación con Pan, flautista hijo de Hermes. En su presentación actual parece un símbolo represivo por su permanente necesidad de coito, mal visto y fantasmal para la religión en general, que le teme oficialmente.
2. Cerca de este carro divino marchaban con gran respeto, pompa y veneración, las ninfas Ménades con los cabellos al viento, algunas desnudas, con ninfales velos resbalando de sus hombros, otras vestidas de pieles de gamo de diversos colores, y no había entre ellas ningún hombre. Tocando címbalos y flautas, danzando como en las fiestas, celebraban las orgías sagradas, llevando tirsos con hojas de pino y de vid. Seguía inmediatamente al carro triunfal el viejo Sileno, montado en el asno. Luego, tras este jinete era conducido, adornado para el rito sacrificial, un macho cabrío, acompañado por una ninfa que llevaba una cesta de uvas. Este cuarto triunfo iba seguido y honrado por los mimallones, sátiros, bacantes, leneas, tíades, náyades, títires y ninfas, que se reían desordenadamente, hacían gestos furiosos y corrían, gritando en este rito santo y antiquísimo: "¡Evohé, Baco!". (Francesco Colonna, Hypnerotomachia Poliphili).