Ilusión
Término vago, que suele manifestar un deseo, de que se cumplan determinadas expectativas, a tal punto es la ilusión una necesidad interna de escape a un mundo desconocido que, sin embargo, tiene sus límites fijados por las estructuras estatales y el ambiente enrarecido que las circunda, es decir por la sociedad en que se vive.
La capacidad de la ilusión del hombre nos lleva a hacernos vivir perpetuamente añorando algo casi inexistente y comparando si es mejor o peor a esto o aquello o en definitiva cuánto tiene en la cuenta del banco, cada quien, para poder sentirse satisfecho.
De hecho, en ese caso (y en otros), la ilusión fomenta la ilusión y es tal la voracidad de ciertas personas que acaban comenzando su trabajo con una media de x cientos de pesos, la que pasa luego a miles, posteriormente a centenas de miles y por fin, desatada a cientos de millones para acabar en los incomprensibles millardos que ya nada significan.
"De ilusión también se vive", dice el refrán popular. Seguro. Pero se vive muy mal en una perpetua ascua por obtener nuevas cosas que no se poseen y que al poseerlas dejan de tener valor por el deseo de unas nuevas obsesiones, como el mundo de la computación en el sentido más amplio del término, para mencionar un ejemplo.
Esta confusión con la palabra ilusión ha llegado a que en la propia habla castellana de todos los días se la utilice como algo muy bueno, cuando se dicen los términos: "me hace ilusión", en lo cual está implícito el reconocimiento de un cambio favorable, pero en el mismo sentido materialista. Se cree entonces en que la ilusión es una realidad y no se reconoce de ningún modo lo contrario: que lo que se llama realidad es una pura ilusión. Y ¡ay!, qué horror, a veces toma cuerpo una de esas ilusiones y se hace realidad, como ser presidente de alguna cosa o ejecutivo de esto o aquello, o simplemente un peón de la construcción. → Multiplicidad → Mâyâ → Sueño.