Ícaro (gr.)
Hijo de Dédalo y Náucrate. Su padre que había ayudado a Teseo a salir del laberinto y posteriormente fuera condenado por ello, fabricó para Ícaro y para sí mismo unas alas de cera advirtiéndole que no volara muy alto ni pretendiera elevarse desconsideradamente. A la altura del sol, a Ícaro se le derritieron las alas precipitándose al mar. El significado es análogo al de la Torre de Babel que construyó la cultura babilónica con el objeto de alcanzar el cielo. En el caso de Ícaro fue castigado con la humillación y la muerte. En el de los babilonios con el de la incomunicación por la confusión de lenguas que se produjo entre sus habitantes.
Ícaro. Alciato, Emblemas, 1531
La historia de Ícaro es evidente y tiene un claro propósito moral. En efecto, quien queriendo llegar al sol e identificarse con él, opta por un camino fácil, como el adminículo de unas alas de cera, cede ante la imbecilidad de su genio y se precipita al vacío tal vez para no intentar volver jamás a la aventura del Conocimiento.
La intención acaso es buena o quiere emular a tan divino astro, que luz y calor esparce por doquier. Pero su destino es fatal y la ignorancia es la causa de la abismal desgracia.
Ícaro de pie sobre un altar, rodeado por Artemisa y Dédalo a la izquierda, por Pasifae a la derecha. Camafeo en ágata, siglo I a. C., Colección Farnese, Museo Nazionale, Nápoles.