DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Hombre

Ser intermediario caído porque su parte individual se ha impuesto a su porción celeste, razón por la cual el odioso trabajar es su destino.

Reúne en sí la perfección del cosmos, del que es una imagen en miniatura aunque no acaba de creérselo.

El ser humano puede ser dividido en dos partes de modo vertical, correspondiendo la superior a la parte divina y la inferior a la terrestre, (cabeza y pies), teniendo como punto central de referencia a su ombligo (ómphalos).

Igualmente puede dividirse de modo horizontal en dos aspectos, masculino y femenino (derecha-izquierda), emisor y receptor, cualidades que se alternan indefinidamente.

 Figurillas humanas masculina y femenina (de Eridu y Ur), quinto milenio a. C.
Figurillas masculina y femenina, de Eridu y Ur (Mesopotamia)
respectivamente, Vº milenio a. C.

De hecho el ser humano es un receptor-transmisor por excelencia.

Siendo que la creación está inacabada, la función del hombre, hecho a imagen y semejanza (según dice el Génesis, lo que justifica las analogías entre el macro y el microcosmos) resulta decisiva en la tarea de recoger las simientes para una nueva función.

Algunos asocian su parte motora, es decir los pies, con la tierra, su estómago y vejiga con el agua, su caja torácica con el viento y su cabeza con el fuego, o energía radiante. Otros deducen que muy poco o nada puede hacer un hombre verdadero respecto al aluvión de ignorancia y grosería en que hoy vivimos.

El único sentido válido que tiene la vida del hombre es acompasarse con el ritmo del Ser Universal.

2. a) Tienes en ti mismo el poder de liberarte, pues todo te ha sido concedido. Nadie te envidia: todo ha nacido para ti, para que comprendas al hacedor por medio de uno solo, el todo. Tienes el poder de querer y no comprender, tienes el poder de no tener fe y de equivocarte y de comprender lo contrario de lo que es. El hombre puede tanto como los mismos dioses. Sólo él es un viviente libre, sólo él tiene el poder del bien y del mal.

b) No tienes el poder de convertirte en inmortal, tampoco el inmortal tiene el de morir, pero puedes convertirte en un dios, si lo quieres, pues te es posible. Por tanto, quiere, comprende, cree, ama y lo serás.

c) Todo hombre puede concebir a Dios, pues por el hecho de ser hombre, lo conoce. Todo hombre es hombre porque concibe a Dios. Los dioses y todas las cosas proceden de Dios, y a causa del hombre. Dios es todo, pero no es algo, pues nada existe sin Dios y Dios no es ni una cosa ni alguien. d) Los órganos externos conocen objetos externos: el ojo ve lo exterior, pero el pensamiento ve lo interior, Hay pensamiento, hay luz; hay luz, hay pensamiento, el pensamiento es luz y la luz pensamiento: el que posee pensamiento está iluminado.

e) Quien conoce a Dios no teme, quien lo teme es que no le conoce; quien nada conoce de los seres de aquí abajo teme cualquier cosa, quien los conoce, no teme a nada.

f) Quien posee el pensamiento puede conocerlo todo, quien se refleja en el pensamiento se conoce a sí mismo y, el que se conoce, conoce al todo. El todo está en el hombre.

g) Donde hay un hombre, allí está Dios. Dios no se muestra sino al hombre. Por él cambia y adopta la forma humana. Dios es amigo del hombre y el hombre de Dios. Existe un parentesco entre el hombre y Dios. Dios sólo escucha al hombre, el hombre a Dios. Dios, digno de adoración, el hombre, digno de admiración. Dios no se manifiesta sin el hombre; el hombre es objeto de deseo para Dios. (Definiciones herméticas armenias, VIII-IX, selección, trad. X. Renau).


3.
Puesto que el Demiurgo ha creado el mundo entero no con las manos, sino por la palabra, concíbele pues como siempre presente y existente y habiendo hecho todo y siendo Uno Solo, y como habiendo formado, por su propia voluntad, a los seres. Porque verdaderamente es este su cuerpo, que no se puede tocar, ni ver, ni medir, que no posee dimensión alguna, que no se parece a ningún otro cuerpo. Ya que no es ni fuego, ni agua, ni aire, ni aliento, pero todas las cosas provienen de él. Ahora bien, como es bueno, no ha querido dedicarse esta ofrenda sólo a sí mismo ni adornar la tierra sólo para él, sino que ha enviado aquí abajo, como ornamento de este cuerpo divino, al hombre, viviente mortal, ornamento del viviente inmortal. (Corpus Hermeticum, IV, 1-2. Revista Symbolos Nº 11-12, trad. F. González y JM. Río).