Historia Sagrada
La expresión de ciclos, ritmos, formas, números, vida, muerte, y resurrección, etc., es la existencia misma transcurriendo; un todo biológico que incluye en su constitución la misma historia que siempre se está haciendo en el espacio-tiempo, movimientos que apenas destellan, o laten generando círculos y esferas, o cosmos que se advierten como simultáneos.
Es decir que esta vibración coagula en el mito y de éste emana la Historia que ha estado entonces también en su origen y destino, aunque todo esto es una manera de decir ya que tratamos de lo supracósmico y metafísico, invisible a los ojos de los sentidos, y además atemporal, con lo que estamos diciendo todo.
Y es en este sentido que debe entenderse la Historia Sagrada, e igualmente la transcripción de la historia profana a otro tipo de historia significativa aunque ésta tenga paradójicamente como tema lo atemporal poseyendo su sentido último en lo eterno. No hay que sorprenderse de la mitología hebrea (mejor semita) y cristiana.
La historia profana a la que nos referimos es la historia de las ideas, de la cultura, de los inventos y la técnica, lo que ha signado a nuestro mundo desde el Renacimiento hasta aquí, para bien o para mal y no sólo las fechas de tal o cual batalla.
En este sentido puede afirmarse con desparpajo que todo es historia, lo que igualmente nos da la idea de una perpetuidad histórica (y cósmica) mientras existan las coordenadas espacio-temporales, o sea la descripción de su movimiento; teniendo sumo cuidado al atribuirle al perenne devenir características de progreso y particularmente un sentido literal, lógico y coherente impuesto por el hecho de valorarlo con criterios exteriores considerando que la simple constatación de sus estados: infancia, juventud, madurez y vejez nos llevan a algún lado, o tienen un sentido más allá de esos cambios esenciales y que su ir y venir posee u obedece a una dirección precisa.
Como se ve nada que ver con lo religioso o lo literal, político, económico, etc., sino de modo secundario.
"Como el espacio, el tiempo no es homogéneo, sino que tiene escisiones y fisuras por donde se revela lo suprahistórico. Por otro lado, el centro sagrado geográfico y espacial, simbolizado por la Tierra Sagrada, –y dentro de cada cual por su propio corazón– es también el centro del tiempo, de lo atemporal, donde se hace efectiva la comunicación con los estados superiores." (Federico González y col., Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha).
También Platón ha escrito la Historia de Grecia
Particularmente la sagrada, la esotérica
En el Renacimiento es el hombre la medida de todas las cosas y por lo tanto los círculos de la vida humana son equiparables a los del universo; si se tiene en cuenta que Dios se conoce a sí mismo nada menos que por mediación del hombre, la historia de los hombres –o la narrada por ellos– es importantísima en cuanto es una mediadora de la eternidad en su permanente reposo, tal cual el movimiento es la manifestación de lo inmóvil.
Y así la historia puede verse como un animal vivo que tiene su razón de ser en su propio movimiento impreso por las coordenadas de esta vida, en la que participa. O sea que forma parte de un hábitat mayor que se expresa en ella y por ella, tal cual su naturaleza y sus cambiantes estaciones, es decir, que forma parte de la esencia del hombre mismo y no es sólo la narración que describe su actuación en el mundo, sino que constituye al mismo tiempo un factor de la vida y la realidad intrínseca del ser humano que incluye a la Historia como un elemento existencial en el hombre, igual que la memoria, ya que recordar (historiar) es un constituyente fundamental de su existencia en el tiempo. Como un micro organismo –tal cual un virus– dentro de un organismo mayor.
La historia, como la mitología son formas de representar enseñanzas, aunque la segunda tiene la inapreciable ventaja de no contar con fechas que la relativicen.
Si la historia es la memoria de los hombres, ¿qué es la memoria? ¿qué se debe o puede recordar?