Hera (gr.)
Esposa de Zeus y por lo tanto la diosa más importante del panteón griego pese a las constantes infidelidades de su esposo a quien cela de tal modo que una de sus características es la venganza; aunque diosa por derecho propio ya que es nada menos que hija de Crono y Rea, es decir también hermana de su marido por el que fue devuelta a la vida después de haber sido tragada por su padre. Parece que su madre la entregó en adopción, cuando la lucha de su hermano con los Titanes, a Océano y Tetis. Después casó con Zeus –con el que mantenía un amor desde niños– en el jardín de las Hespérides. Es relacionado su nombre con el aire, tanto por Hesíodo como por Homero.
A. Carracci, Júpiter y Juno (Hera), 1597
Palacio Farnese, Roma
Su gran enemigo era Heracles al que odiaba y no sólo le impuso sus célebres trabajos, sino que siguió persiguiéndolo después de ello en forma despiadada; finalmente terminó reconciliándose con él.
Si Zeus, según algunos comentaristas, aparece como el padre amoroso de sus hijos, Hera encarna lo peor del temperamento de las féminas de las que es la patrona y protectora, y, según creemos, a Hércules también lo vuelve loco.
2. Si Hera es la Shakti de Zeus, según un criterio que nos parece podría ser aceptado, ¿qué significa verdaderamente esta unión de la bonhomía y la cólera?
En la Ilíada Canto I, 517 dice Zeus a Tetis:
¡Desastres se avecinan pues me impulsarás a enemistarme con Hera cuando ella me provoque con injuriosas palabras! Aún sin motivo, una y otra vez entre los inmortales dioses me recrimina y afirma que protejo a los troyanos en la lucha.
Sería muy pesado pensar que los mitos grecorromanos que son uno de los grandes pilares de nuestra cultura, y tan apreciados por Platón y Proclo fuesen fantasías con un vulgar carácter anecdótico destinadas simplemente al entretenimiento.
3. Las tres fases de la luna nueva, llena y vieja recordaban las tres fases de doncella, ninfa (mujer núbil) y vieja de la matriarca. Luego puesto que el curso anual del sol recordaba igualmente el desarrollo y la declinación de sus facultades físicas –en la primavera doncella, en el verano ninfa y en el invierno vieja– la diosa llegó a identificarse con los cambios de estación en la vida animal y vegetal; y en consecuencia con la Madre Tierra, quien al principio del año vegetativo sólo produce hojas y capullos, luego flores y frutos y al final deja de producir. Más tarde se la pudo concebir como otra tríada: la doncella del aire superior, la ninfa de la tierra o el mar y la vieja del mundo subterráneo, representadas respectivamente, por Selene, Afrodita y Hécate. Estas analogías místicas fomentaron el carácter sagrado del número tres, y la diosa Luna aumentó hasta nueve sus facetas cuando cada una de las tres personas –doncella, ninfa y anciana– apareció en tríada para demostrar su divinidad. Sus devotos nunca olvidaron por completo que no existían tres diosas, sino una sola, aunque en la época clásica el templo de Estínfalo en Arcadia era uno de los pocos subsistentes donde todas ellas llevaban el mismo nombre: Hera. (Robert Graves, Los Mitos Griegos, 1).
Hera envuelta en un manto. Kylix ática