Eje
La técnica chamánica por excelencia consiste en el paso de una región cósmica a otra: de la tierra al cielo, o de la tierra a los infiernos. El chamán conoce el misterio de la ruptura de los niveles. Esta comunicación entre las zonas cósmicas se ha hecho posible gracias a la propia estructura del Universo. El Universo, en efecto, y vamos a verlo enseguida, se concibe, grosso modo, como constituido por tres regiones –Cielo, Tierra e Infiernos, o Cielo, Tierra y Hombre en la Tradición China–, unidas entre sí por un eje central. El simbolismo mediante el cual se expresa la solidaridad y la comunicación entre las tres zonas cósmicas es bastante complejo y no está siempre exento de contradicciones; este simbolismo tiene una historia y ha sido muchas veces contaminado y modificado en el curso del tiempo por otros simbolismos cosmológicos más recientes. Pero el esquema esencial continúa siendo transparente, incluso después de las muchas influencias sufridas. Existen tres grandes regiones cósmicas, que se pueden atravesar sucesivamente porque están unidas por un eje central. Este eje pasa, desde luego, en cada una de ellas, por una abertura, por un "agujero", y por este agujero los dioses descienden a la Tierra y los muertos bajan a las regiones subterráneas o ascienden a las celestes; asimismo por él, el alma del chamán en éxtasis puede subir o bajar durante sus viajes al Cielo o a los Infiernos (inframundo).
2. El simbolismo del Eje, como Axis Mundi se halla muy neto en distintas culturas precolombinas donde forma parte esencial de su cosmogonía. Es sabido que tanto en la cosmovisión azteca, como en la maya y la inca, por nombrar las más conocidas, las cuatro direccionalidades espaciales, los cuatro rumbos del universo (orientados según los puntos cardinales o los solsticios y equinoccios) confluyen en el plano horizontal en un quinto punto central. Este último punto es el contacto vertical con otros planos de la realidad, o "mundos" que conviven con éste, y que son superiores o inferiores en relación con su posición respecto al plano de base, fijado en la línea del horizonte y asociado a las aguas inferiores. Estos otros mundos están también poblados por dioses o espíritus y todos estos planos conforman conjuntamente la verdadera naturaleza del Universo.
El rito de los voladores, México.
Códice Fernández Leal
Debe señalarse que en la cultura tradicional espacio y tiempo no están separados ni tienen categoría individual sino que se interpenetran constantemente al punto de constituir dos términos o modalidades de un mismo hecho, o energía; por ese motivo el sol, y los planetas que en su movimiento constituyen una proyección espacial del tiempo, salen, se ponen y circulan también con referencia al plano de base que es nuestro mundo: una isla, o el lomo de un animal acuático y escarpado (símbolo de la tierra) y sus accidentes geográficos rodeado por las aguas oceánicas.
El centro es pues la proyección horizontal de un eje vertical invisible que genera por difusión los límites del plano del mundo; inversamente es el lugar de reunión de las direccionalidades opuestas y contradictorias que conforman ese plano. Es así que Eje y centro son símbolos arquetípicos análogos; cualquier centro señalado por un ser, fenómeno o cosa que conforme una teofanía o una epifanía es el centro arquetípico y por lo tanto la emanación del Eje primordial, o Eje del mundo, por medio del cual se conecta con otros estados o modalidades de un Ser Universal cuyas distintas expresiones configuran la totalidad del cosmos. Este eje es la cadena áurea que atraviesa todos los estados del Ser Universal a la que se suele llamar la "cadena de unión" que designa a la transmisión de la doctrina tradicional y la iniciación.
Del códice Ashburn (1166), en Miscellanea d'Alchimia (s. XV).
3. Otros ejemplos del Eje del Mundo o comunicación entre los planos de la Creación son: el Poste ritual, Poste sacrificial, Poste fundacional, Poste de los voladores de Tajín y otros lugares de México y Guatemala, Tótem, Obelisco, Columna, Árbol, Escalera, Bastón, Cetro ritual, Torre, Montaña (pirámide, zigurat), la Sushumnâ en la Tradición Hindú o hilo de oro; eventualmente la cadena áurea, etc., y hasta en el propio ser humano la columna vertebral que lo hace vertical.
4. El iniciado asciende pues grado a grado por cada una de las zonas del cosmos y la vive y la conoce porque al fin y al cabo son estados de su alma; y asciende en un circuito espiral alrededor de planos que se conectan entre sí hasta su cúspide donde se obtiene el Conocimiento. Es por lo tanto también una simbólica relacionada con la → Iniciación.