Corazón
Corazón de Jesús
Puerta de sagrario, s. XVII. Colección privada.
"El órgano fisiológico del corazón no es, como se cree de ordinario, la sede del sentimentalismo y la sensiblería más pacata, sino que él ha sido tomado en todas las Tradiciones como uno de los símbolos más patentes y claros de la idea de centro. En el cristianismo esto es obvio, pues cuando se habla del 'Sagrado Corazón' de Cristo se está haciendo referencia a la parte más central de esa tradición, a la fuente misma de donde emana la esencia de su doctrina y sus más profundos misterios.
"Su representación iconográfica en forma de triángulo invertido hace de él un recipiente donde descienden, y se depositan, los efluvios celestes que vivifican la totalidad del ser individual, haciendo posible que éste tome verdadera conciencia de su Ser Arquetípico. Por eso se habla del corazón como el lugar donde reside simbólicamente el Principio divino en el hombre, el Espíritu Universal que, con respecto a la manifestación, aparece como lo más pequeño, sutil e invisible, como bien señala la conocida parábola evangélica cuando habla del 'Reino de los Cielos' asimilándolo al grano de mostaza, equivalente en la Tradición Hindú al 'germen contenido en el grano de mijo', idénticos al éter o 'quintaesencia', que es también el centro o corazón de la cruz elemental, tomada en este caso como un símbolo de todo el mundo manifestado.
"Es de ese Principio de donde, en efecto, el hombre recibe el hálito vital, al mismo tiempo que la luz de la Inteligencia, o auténtica intuición intelectual que le permite conocer de manera directa, simultánea y sin reflejos (es decir no dual, racional o cerebral) a la Unidad en todas las cosas. En este sentido, recordaremos que en la Cábala la sefirah Tifereth (que en la simbólica constructiva corresponde al altar del templo) es llamada el corazón del Árbol de la Vida, pues al estar situada en el centro mismo del pilar del equilibrio hace posible que en ella se unifiquen y sinteticen las restantes sefiroth. Por eso esta sefirah también es llamada 'Armonía', entendida como la auténtica expresión de la 'concordia' universal, palabra que precisamente significa 'unión de los corazones'." (Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, Federico González y col.).
2. Centro del ser humano donde se produce de modo más íntimo la comunión con la deidad. Ese es el sentido del culto cristiano respecto a los sagrados corazones de Jesús y María. Igualmente la "Virgen dolorosa" lleva un puñal sangrante clavado en el pecho. Esta imagen de la deidad no parece diferente a las escenificadas por los indígenas, con la diferencia de que éstos veían a los blancos como unas ensoñaciones, pero no era lo mismo para los blancos que exigieron sus pretendidos derechos y sus prerrogativas de conquistadores imponiéndoles el más extenso enjambre de burocracia oficial, pese a los más diversos recursos mágico-teúrgicos por parte de los indígenas.
También en los sacrificios humanos de las naciones mesoamericanas, el corazón era la pieza primordial que se arrancaba del cuerpo del enemigo y se lo comía cuando aún estaba vivo y el órgano latía; lo ofrecían en honor del sol que era también otro corazón que mantenía la vida en el macrocosmos.
Por ser el centro del ser era reverenciado de modo santo sin tener ninguna relación con lo sentimental (sentimentaloide) con que hoy se lo interpreta y adorna. Es sustituido a veces por el simbolismo de la copa, la caverna, el sagrario. El sol en el cielo, el corazón en el hombre y el oro en la tierra son análogos para el alquimista. En la iconografía se lo suele representar llameante o circundado por espinas (armas vegetales), o rematado por la cruz cristiana.
Admite una división cuaternaria (dos aurículas y dos ventrículos que impulsan la sangre en su recorrido vital).
3. Energía de lo que todo emana, es decir, la relación entre lo computable y lo que es a-histórico.
4. Horapolo nos cuenta que Valeriano decía que los egipcios tomaban como jeroglífico más común para representar su país, el corazón que sobresale de las llamas de un recipiente.
Horapolo, Hieroglyphica, 1505
También afirma Plutarco que se ha visto en él una visión de los cielos –puesto que nunca envejecen– por lo que lo representa con un corazón pintado bajo el cual hay un fuego ardiente.