Calcinación
Etapa del proceso alquímico que aparece de modo recurrente por lo que hay que efectuar varias calcinaciones a lo largo de nuestro recorrido. Es el fuego interno el que lo lleva a cabo avivado por el fuelle de la doctrina que produce el soplo de la inspiración, y bajo este procedimiento quedan destruidos los valores del hombre viejo apareciendo otras nuevas realidades que los reemplazan en nuestro espacio mental.
Se puede comparar también el resultado de esta forma de disolución a la "calma chicha" de la navegación donde el que maneja la nave se encuentra frente a un mundo yermo, asolado por un sol de ira y una temperatura que ha terminado por purgar numerosos egos que serán reemplazados por otros, los que a su vez deberán ser el objeto de nuevas calcinaciones y la aparición de otras realidades en el proceso alquímico que se produce como un viaje espiral en el interior de una serpiente crucificada o un volcán en erupción cuyas cenizas calcinan todo lo que la tierra genera para luego, con el tiempo, fecundarla aún con mayor ímpetu. Es decir, servir de abono para nuevas realidades que una y otra vez se repiten, aunque de modo diferente en el ascenso, bien llamado serpentino, por el interior de ese gigantesco animal asimilado también a un monstruo marino que es la figura de un proceso permanente en el que estamos incluidos, donde lo profano va dando lugar a lo sagrado mediante estas calcinaciones que son unas formas que toma la disolución análogas, en última instancia, a otras como la → putrefacción simbolizada por la negrura o el pájaro de ese color.
De Aurora Consurgens.
Atribuida a Tomás de Aquino por el catálogo de Petrus Borellius
Miniatura, siglo XV