Brujas
Nombre con que la Inquisición designó a ciertas mujeres a las que atribuía la apostasía y tanto poderes siniestros como actos repugnantes.
El vulgo ha seguido creyendo en ellas, aunque la mayor parte de sus aquelarres estaban basados en antiquísimas tradiciones locales de tipo agrario, o en contradicción –o inversión– con la doctrina católica que no sólo las condenaba sino que las sometía a horribles torturas o asesinatos tan graves como quemarlas vivas en la hoguera por motivos religiosos.
La Iglesia de Roma actualmente ha perdido poder pero muchos de sus sacerdotes –y fieles– no se han apartado de su fanatismo, que toma hoy formas difamatorias de todo tipo, llamando a sus fieles a la mentira y el dolo.
Bruja dándole el beso ritual al diablo.
R. P. Guaccius, Compendium Maleficarum, Milán, 1626.
2. Psicológicamente también el temor europeo a las brujas se ha interpretado como extensivo al temor que se tiene al sexo femenino, a la parte oscura, misteriosa y atractiva que se le ofrece al aspecto masculino.
Tal temor es tan grande y caótico que algunos psicólogos han visto en el sexo femenino al temible signo de la vagina dentata capaz de morder con ahínco cualquier intento de penetración.