Astronomía
Hygius, Caius Julius.
Poeticon astronomicon, Venecia, 1485
Catálogo de los incunabula,
Bibliotheca Philosophica Hermetica
Desde que el hombre es hombre ha debido consultar tanto los signos de la tierra como los del cielo para encontrar su referencia como mediador en la creación universal.
Igualmente el ser humano ha observado salidas y puestas de fases de la luna, el movimiento del sol en el año y los distintos ciclos de los astros y su reiteración, lo que hoy constituye una ciencia, la astronomía, con íntimas relaciones con la simbólica y la mitología de todos los pueblos.
De día surgen las formas y los distintos accidentes pintados por la luz y dibujados con los colores y las sombras del pincel divino. Por la noche astros y estrellas realizan movimientos extraordinarios y cambiantes que no sólo influyen en la naturaleza del hombre sino que son cíclicos y rítmicos y diseñan distintas figuras tan evidentes como los fenómenos y las cosas que nos muestra el sol.
Esos ritmos de los días y las noches cambian constantemente y sus pautas son registradas por los seres humanos desde que existe la vida en la tierra, e incluso ligan su propio destino a esas danzas perennes del mundo manifestado. Por lo que tanto astronomía y astrología están en el Principio como las expresiones más evidentes de un orden, producto de la Inteligencia Universal y del Ser que las ha generado.
Juan Bautista Villalpando.
De Postrema Ezechielis Prophetae Visione. T. II. Roma, 1606.
Asociación de la astronomía con el Templo de Salomón,
trazado en forma del cuadrado mágico de Saturno.
El espacio y el tiempo que son las constantes del movimiento de esas deidades de las que estamos hablando están íntimamente ligados con el hombre, como es notorio que éste lo está con el tiempo y el espacio en el que le ha tocado vivir. Por eso la astronomía y su compañera la astrología se hallan entreveradas con la geografía y la historia y todas ellas con el Anthropos, el Hombre Universal que es a la vez macrocósmicamente la causa y microcósmicamente el efecto de esa sinfonía que constantemente teje y desteje la trama y la urdimbre de la vida, desde lo más grande a lo más ínfimo, de lo más duradero a lo efímero, de lo veloz a lo lento, o a cualquier otra de las condiciones de la existencia universal. O sea, a lo que la palabra cosmos expresa y simboliza.
Los hombres han llamado a estas energías de distintas maneras según los tiempos y las distintas culturas. Para nosotros, herederos de las civilizaciones grecorromanas, las luminarias celestes más importantes se llaman:
Luna-Diana, Sol-Apolo, Marte-Ares, Mercurio-Hermes, Venus-Afrodita, Júpiter-Zeus, Saturno-Crono y las han graficado de acuerdo a diferentes especificaciones con diversos símbolos íntimamente relacionados con su propia naturaleza.