DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Asclepio (gr.)

Asclepio, relieve en marfil. Museo de Liverpool, Inglaterra.
Asclepio. Romano, c. 400-430.
Marfil. Museo de Liverpool, Inglaterra.

Título de uno de los libros herméticos más sintéticos (ver Corpus Hermeticum). También deidad patrona de la medicina; Esculapio para los romanos.

Karl Kerényi en su libro El Médico Divino, (Asclepio en Roma) nos dice:

Cuando los romanos, en el año 293, preguntaron a su propio oráculo apolíneo, los Libros sibilinos les dijeron que debían invitar a Roma a Asclepio de Epidauro. Tal consejo hubiera resultado impensable si Asclepio no hubiera sido conocido, ya en aquel tiempo, en Italia, y hasta en la misma Roma, como un dios sanador que en esta función representaba a Apolo. El traslado de una nueva y poderosa divinidad desde el extranjero a Roma, requería un ceremonial complicado –es decir, religio–, que debía llevarse a cabo con esmero y atención.

(…) el senado romano se informa dónde se halla la sede del hijo de Apolo, pues éste es presentado como un joven y aún desconocido dios, que ahora mismo se ha hecho cargo de la herencia del padre. El dios sanador ya no es el mismo Apolo, que también tiene el sobrenombre de "sanador" y de "médico" –para los romanos: Apollo Medicus–, sino Asclepio, que es altamente venerado en Epidauro.

Hay un parentesco entre Hermes y Asclepio lo que se traduce como que Asclepio es hijo de Hermes, como sucede en otros casos entre los dioses.

Sanador de todo, Asclepio, señor Peán, que alivias los muy penosos sufrimientos de las enfermedades de los humanos. Ven, te lo ruego, otorgador de dulces presentes, poderoso, trayéndonos salud y eliminando las enfermedades y los duros genios maléficos de la muerte. Favorecedor de la vegetación, auxiliador, que alejas la desgracia, de feliz sino; robusto, retoño, receptor de espléndidos honores, de Febo Apolo. Enemigo de las enfermedades, tú, que tienes por irreprochable consorte a la Salud, ven, afortunado, salvador, aportando un buen fin a nuestra vida. (Himnos Órficos, LXVII: A Asclepio).