DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Aire

En cuanto hálito vital el aire se identifica con la respiración universal, o alma del mundo. Dadas las correspondencias y analogías que toda cultura arcaica establece entre los distintos aspectos de la realidad, el aliento vital del cosmos se vincula con el aspir-expir individual, signando todo lo que permanece vivo. En ese sentido el ritmo de lo vital es una constante siempre verificable, un ejemplo perfecto de las leyes de la armonía cósmica. La inspiración es una saturación de las energías universales, el alimento básico; y la expiración una entrega al Ser del mundo.

Esaugetuh Misse, cuyo nombre significa "dueño del aliento" o "el que trae la vida", es el dios del viento y asimismo la deidad principal entre los creeks americanos.

El hálito vital está íntimamente vinculado con la sangre y por lo tanto precede al fuego existencial. El soplo divino es equiparado a veces a la voz de la deidad, al sonido primigenio, y a su posterior manifestación, la luz, uno de los atributos del sol y del fuego. Los distintos sonidos de flautas, silbatos y el sonido ritual del caracol expresan al viento, mientras que tambores y atabales testimonian el ruido de la tormenta y el trueno. El sonido ritual, en cuanto es secuencial y también contrapuntístico y reiterativo significa igualmente el tiempo, el ciclo y el devenir.

En muchos ritos precolombinos el soplo es manejado por los chamanes para la curación espiritual –y física– y entre ellos destacaremos el aspir y expir del tabaco, tal vez la planta más sagrada y común a todas las culturas precolombinas. El insuflar la vida es propio de los númenes y por lo tanto todo lo tocante al aire es automáticamente sagrado. Lo que está animado respira y en tal sentido puede recordarse el spiritus de los romanos y el pneuma de los griegos; el aire es un misterio evidente sólo perceptible por sus efectos manifestados; lo aéreo y lo volátil son sinónimos de una realidad otra.

2. Uno de los cuatro elementos constitutivos de la naturaleza conjuntamente con el agua, el fuego, y la tierra, presentes en la Tradición Precolombina especialmente en los mitos creacionales de las grandes eras. Como el fuego, es elemento activo, mientras la tierra y el agua son pasivos, y suelen oponerse en forma cruciforme, dos a dos. Debe relacionársele por un lado con el viento y por el otro con el hálito vital, con la respiración del cosmos como llevamos dicho. Esta doble interpretación no se contradice, sino que se complementa; como dios del viento anuncia las lluvias y su soplo vivificante predice y produce la llegada de las aguas y el mantenimiento de la vegetación. También es un dios terrible cuya misión es destruir todo lo que está a su paso para permitir la regeneración de la tierra; este es el caso de la deidad unípede y helicoidal llamada Huracán por los indígenas de la zona del Caribe, famosa por sus ciclones.

Quetzalcóatl como Ehécatl dios del aire
Quetzalcóatl-Ehécatl. Códice Borgia, pág. XIX

El dios supremo del panteón azteca, Quetzalcóatl, representaba este elemento, bajo la forma de Ehécatl, al igual que otras deidades análogas de la América indígena. Por ese motivo se le suele ver como el primogénito de los dioses –y un dios emparentado con el sol; junto con sus hermanos o compañeros marcaba los dos puntos solsticiales y los dos equinocciales y los elementos correspondientes; según el cronista Sahagún,

cuando a él le pareció, sopló, y engendró a este Quetzalcóatl.

Es sabido que las eras, llamadas soles, estaban emparentadas con los elementos; el sol de aire es el que encabeza la ronda en la famosa piedra del sol. Se lo encuentra ubicado al este, y seguido al norte por el fuego, al oeste por el agua y al sur por la tierra según el curioso orden que se expresa igualmente en códices y documentos. Quizás el atributo más característico de esta deidad es su pico de ave, asimilada al aire, que lo caracteriza como un espíritu intermediario entre cielo y tierra, y por lo tanto un dios atmosférico.

Recordemos aquí que el aire es el medio por el que se expande el sonido, se transportan los mensajes y se efectivizan las "audiciones". También es el vehículo de la luz e igualmente en él se propagan todos los olores; es casi intangible, sutil y misterioso, un agente conocido de lo desconocido. Es de observarse que los dioses educadores, Viracocha (en Perú) y Bochica (en Colombia) van "yéndose", "abriendo caminos", por lo que se los ha considerado peregrinos y hasta "predicadores", para finalmente desaparecer de manera misteriosa como el propio Quetzalcóatl-Ehécatl. Éste, como casi todos los dioses del viento, no sólo está en vinculación con las aguas, y con los dioses como Tláloc, relacionados con la lluvia (dupla tan evidente en Teotihuacán), sino igualmente con el relámpago y el trueno y asimismo con el fuego, pues él es el que sopla para avivarlo haciendo crecer la chispa producida por la fricción de dos pedernales.

3. Todos los gases están en estrecha relación con el elemento aire; también el flato es una forma del aire y como tal antecede a la evacuación, así como el trueno anuncia las tormentas. Debe considerarse siempre que las culturas primitivas y/o arcaicas no tienen los prejuicios occidentales higiénicos y morales al respecto, sino que consideran al hombre como parte de una totalidad. La diosa Tlazoltéotl o Chicomecóatl (la comedora de inmundicias) del panteón azteca, además de poseer otros atributos es la que se hace cargo de las "inmundicias" y la "descarga" que produce toda confesión, como bien lo entendieron los primeros cronistas europeos.

La respiración es un proceso fundamental en el ser humano y en toda la creación que participa del mismo hálito vital. Para los navajos el viento ocupa un lugar central en su cosmogonía como propagador de la existencia, manifestación visible del padre cielo, y como fecundador de la madre tierra por el semen que expresan las lluvias.

Permítasenos aquí citar la Tradición Hindú, como ejemplo de la universalidad de los símbolos, concretamente Rig Veda 10-16813, Pneuma:

¿Dónde ha nacido y de dónde viene?
Hálito de vida de los dioses;
dios que va donde quiere;
tememos tu soplo impetuoso,
pero ¿quién conoce tu rostro?