Adversario
Los dioses no son buenos ni malos sino que cumplen funciones de acuerdo a determinadas características insondables y están sujetos a lo espacio-temporal. Marte es el dios de la guerra en el sentido de que ésta es dolorosa y reprobable en los excesos a que lleva, como asimismo es buena en cuanto se abate al enemigo, a la fuerza opuesta a lo que en ese momento se entiende como el "bien".
El anticristo inspirado por el adversario
Luca Signorelli, "La predicazione dell'Anticristo",
Catedral de Orvieto 1504
Pero el Adversario con mayúsculas, son aquellas fuerzas que impiden el Conocimiento de lo que es la verdad y el mundo en cuanto creación divina con un origen supracósmico. Este es el adversario espiritual al que el iniciado en los Antiguos Misterios debe oponerse en su recorrido ascendente. Sin embargo la creación misma puede ser considerada un adversario formidable, aún el nacimiento y el Ser, por estar en contra de lo que No Es, que no está sujeto a la temporalidad ni a la espacialidad. Tal el caso del pensamiento gnóstico que al concebir al mundo como un engaño ilusorio, despreciaba también a su Creador, el Demiurgo, o Constructor Universal, porque su obra era considerada una cárcel pues había sido el origen de la limitación, el dolor, la enfermedad y la muerte, tal como lo finito lo es respecto al infinito, y lo que va y viene respecto a lo inmóvil y simultáneo.
En la actualidad algunos seres han considerado al ver tanto dolor e ignorancia que los dioses debieran terminar con esta creación signada por la rúbrica de la adversidad. El enemigo pasa así a ser ese mundo que debe ser eliminado ya que es lo que nos impide la vuelta a los orígenes.