DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Sueño

La vida es sueño, solo venimos a dormir, solo venimos a soñar ¡No es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la tierra!,

nos dice el cantar mexicano de Tenochtitlan (traducido por Ángel María Garibay).

F. Colonna, Hypnerotomaquia Poliphili, 1499.
Libro de horas, manuscrito iluminado, s. XV, Francia

En la Tradición Hindú y la Budista la vida es ilusión, lo que es equiparable al sueño, imagen también presente en el clásico del siglo de oro español La vida es sueño, escrito por Calderón de la Barca, y también en Shakespeare que nos expresa:

la vida está hecha con la misma substancia que los sueños.

Despertar a la realidad de que nuestra existencia es un sueño es una de las etapas primeras y más importantes de la iniciación en los Misterios, por medio del vehículo o la Tradición que fuese. Pues se trata de algo palpable, concreto, y no un fútil juego de sombras, de fragmentos fugaces, tal como lo suponíamos creyendo en el engañoso ir y venir de los sentidos.

En este contexto resulta tremenda una frase muy utilizada por los Protestantes en la oración de antes de dormir donde se pide por el alma del que implora, y que se expresa de modo literal así:

Si muero antes de despertar,

refiriéndose a la temida muerte física y a la posibilidad de fallecer durante la noche.

2. Sueño visionario y profético. Deben destacarse estos sueños coadyuvantes del despertar espiritual y que muchas veces señalan acontecimientos o cosas concretas que se producen y nos son transmitidas de ese modo, ya sea de manera directa y real o en un lenguaje simbólico.

3. «En todas las cosmogonías tradicionales, los sueños siempre han sido considerados como vehículos intermediarios entre la realidad concreta y sensible y la realidad espiritual y metafísica. Esto se debe a que los sueños pertenecen precisamente al estado sutil intermediario, es decir al plano de Yetsirah o de las formaciones, participando por tanto de la dualidad inherente a dicho plano, lo que los hace susceptibles de ofrecer un aspecto oscuro e inferior, ligado a lo orgánico y por consiguiente al plano de Asiyah, y otro aspecto, por el contrario, luminoso y superior, relacionado con el plano de Beriyah y el mundo de las ideas. No hace falta decir que es al primero de estos dos aspectos al que presta toda su atención el psicoanálisis freudiano, que se ciñe exclusivamente a lo fenoménico, profundizando en ello, mientras que es el segundo el que verdaderamente es importante y significativo, pues las imágenes que constituyen su contenido no son sino ideas revestidas de formas mentales, pudiendo ser consideradas entonces, en efecto, como auténticos símbolos vehiculares y reveladores de lo que está más allá de lo individual y por supuesto de lo fenoménico, es decir que abren a determinadas posibilidades de realización interior, con la ventaja de que el ser en el estado de sueño se encuentra liberado de ciertas condiciones implícitas en la modalidad corporal, y por tanto espacial, de su individualidad. Tenemos el ejemplo del conocido ‘sueño’ de Jacob, durante el cual ve ángeles (los estados superiores) ascender y descender por una escalera, que es el Eje del Mundo que une tierra y cielo, sin olvidar la importancia concedida a determinados sueños en todas las vías iniciáticas, y muy especialmente en las chamánicas de cualquier parte del mundo, en los que casi siempre se trata de recibir un designio o una revelación concedidas por los espíritus, númenes o dioses.» (Introducción a la Ciencia Sagrada, Programa Agartha, Federico González y col.).

Se llama sueño tanto en la Biblia como en la Tradición Judeo-Cristiana a revelaciones obtenidas a partir del propio sueño –opuesto a la vigilia– por lo que al igual que mediante los oráculos se reciben mensajes de otros mundos, y estos son capaces de modificar nuestras conductas.

Los sueños pasan a ser otra cosa, más bien relacionada con la profecía, y se realizan rituales para obtenerlos como es el caso de los indígenas Norteamericanos con la «Vision Quest».

4. El papel de despertador del sueño le cabe a la vara mágica de Hermes –en cualquier forma en que éste se presente. Así es en su función de guía del alma post-mortem, o de psicopompo de la realización espiritual en esta vida, o sea, la culminación del Camino del Conocimiento, que se la debemos agradecer a su mediación. Despertar.

F. Colonna, Hypnerotomaquia Poliphili, 1499.
F. Colonna, Hypnerotomaquia Poliphili, 1499