DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Náhuatl

Cultura extraordinaria que va a dar lugar a México y al imperio azteca que se extenderá por toda Mesoamérica. Esta civilización que sorprendió a los conquistadores españoles por su orden y los grandiosos monumentos arquitectónicos de su capital, Tenochtitlan (y de las decenas de ciudades extendidas a lo largo de este extenso territorio), produjo también una literatura basada en su cosmogonía, su historia y una poesía sintética y refinadísima. Y hemos creído oportuno para dar una muestra de su vastísimo pensamiento en todos los campos del saber, ofrecer aquí un fragmento de su arte tan bien estudiado y traducido por Ángel María Garibay:

Fragmentos de poemas de Tláloc y Xochiquétzal.

El dios Tláloc residía en un gran palacio, con cuatro aposentos, y en medio de la casa había un patio, con cuatro enormes barreños llenos de agua. El primero, es el del agua que llueve a su tiempo y fecundiza la tierra para que dé buenos frutos. El segundo, es el del agua que hace anublarse las mieses y hacer perderse los frutos. El tercero, es el del agua que hace helar y secar las plantas. El cuarto, es el del agua que produce sequía y esterilidad. Tiene el dios a su servicio muchos ministros, pequeños de cuerpo, los cuales moran en cada uno de los aposentos, cada uno según su color, pues son azules, como el cielo, blancos, amarillos o rojos. Ellos con grandes regaderas y con palos en las manos van a regar sobre la tierra, cuando el supremo dios de la Lluvia ordena. Y cuando truena, es que resquebrajan su cántara, y si algún rayo cae, es que un fragmento de la vasija rota viene sobre la tierra.

26. Xochiquetzal –Flor Preciosa– moraba sobre los aires y sobre los nueve cielos. Vivía en lugar deleitoso y de muchos pasatiempos, acompañada y guardada de muchas gentes y la servían muchas mujeres, como diosas, con grandes deleites y regalos, de fuentes, ríos, florestas y de grandes recreaciones, sin que la faltara alguna. Encerrada y bien guardada, que hombre alguno no podía siquiera verla y a su servicio tenía muchos enanos y corcovados, y truhanes y chocarreros, que la solazaban con muchos bailes y danzas. Ellos eran sus mensajeros y secretarios, para ir con embajadas a otros dioses a quienes ella quería mostrar estimación. Tenía por ocupación única estar labrando, hilando y tejiendo muy bellas y excelentes obras de aguja. Era tan linda y hermosa que nada puede con ella compararse. Su casa se llamaba Tamoanchan, donde está el Árbol Florido, donde los cielos son frescos, delgados y suavísimos, lugar de las nueve corrientes y de los nueve cielos. Quien lograba una flor de aquel árbol, o al menos ser tocado por ella, tenía dicha en amores.

27. Aquella diosa cuidaba de los rosales de Tamoanchan, en donde con Tláloc moraba. Un día deshojó las rosas y las esparció por el suelo. De este día anda llorosa y no puede alzar los ojos, y recuerda el bien perdido y llora y ayuna constantemente y como señal de luto lleva en los ojos cenizas. Era mujer del dios Tláloc, pero la hurtó Tezcatlipoca, la llevó a los nueve cielos y la hizo su propia esposa. Fue desde entonces cuando se convirtió en diosa del Amor.

28. Yauhpan, el hombre de guerra, dejó a su mujer Tlahuiztli, las insignias de guerra, y se fue a una montaña a morar en soledad. Subió sobre una alta roca en escabroso desierto y en aquella roca de forma cónica, llamada Tambor de Piedra, se puso a hacer penitencia viviendo en castidad. Tuvieron recelo los dioses de que fuera fiel a su intento y le enviaron a Yaotl, el enemigo, que es una de las formas de Tezcatlipoca. Fue él a poner pruebas a su virtud. El envió, una en pos de otra, varias mujeres que le incitaran al mal, pero Yauhpan resistió a todas las tentaciones. Al fin llegó Xochiquetzalli disfrazada y se acercó a la roca y ganó la confianza del eremita y le rogó que le mostrara el camino para subir a la roca. El penitente baja y la sube a su morada. Allí olvida su penitencia y rompe su guarda de castidad. La diosa se aleja entonces. Una vez vencido el guerrero, está a merced de su enemigo. Éste viene y le mata y los dioses le mudan en alacrán. Su mujer, que había venido en su busca, también es en alacrán mudada. Ambos refugiados bajo la roca, prosiguen su nueva vida. Pero enojados los dioses, al tentador lo mudan en langosta.

Fragmento del Códice Vindobonensis, del árbol fecundo del Tamoanchan, pág. 37
Fragmento del Códice Vindobonensis, del árbol
fecundo del Tamoanchan, pág. 37

Poemas.

31. El árbol fecundo de Tamoanchan

Árbol Florido se yergue, en Tamoanchan / allí fuimos creados, allí / nos dio ser / allí enlazó el hilo de nuestra vida / aquel por quien todas las cosas viven. / Del mismo modo yo forjo el oro, / del mismo modo yo pulo el jade: / es mi hermoso canto. / Es cual si fuera una turquesa. / Como cuatro veces nos hizo girar / allá en Tamoanchan / aquel por quien todas las cosas viven.

32. El ave roja de la diosa

El ave roja de Xochiquetzal / se deleita, se deleita sobre las flores. / Bebe la miel en diversas flores: / se deleita, se deleita sobre las flores.

34. Eterna vida de poesía

Cual un canto habéis vivido, / cual una flor habéis brotado, / oh príncipes. / Yo soy Tochihuitzin que teje la grama: / ¡aquí va el sartal de mis flores!

35. La vida pasa…

¡Oh flores que portamos, / oh cantos que llevamos, / nos vamos al Reino del Misterio! / ¡Al menos por un día / estemos juntos, amigos míos! / ¡Debemos dejar nuestras flores, / tenemos que dejar nuestros cantos: / y con todo la tierra seguirá permanente! / ¡Amigos míos, gocemos: gocémonos, amigos!

36. Enigma de vivir

No es verdad que vivimos, / no es verdad que duramos / en la tierra. / ¡Yo tengo que dejar las bellas flores, / tengo que ir en busca del sitio del misterio! / Pero por breve tiempo, / hagamos nuestros los hermosos cantos.

37. Flores nuevas

¡Llegaron las flores! / ¡A revestirse de ellas, oh príncipes, / a adquirir su riqueza! / Fugaces en extremo nos muestran su rostro, / fugaces reverberan. / Sólo en tiempo de verdor llegan a ser perfectas. / ¡Las amarillas flores de mil pétalos! / ¡Llegaron las flores junto a la montaña!

40. La vida póstuma

Áurea mariposa ya libando está: / la flor que se ha abierto es mi corazón, / oh amigos míos, es una flor fragante; / ya la esparzo en lluvia.

41. Muerte fatal

¿A dónde iremos que muerte no haya? / Por eso llora mi corazón. / ¡Tened esfuerzo: nadie va a vivir aquí! / Aun los príncipes son llevados a la muerte: / así desolado está mi corazón. / ¡Tened esfuerzo: nadie va a vivir aquí!

42. La vida es sueño

Sólo venimos a dormir, / sólo venimos a soñar: / ¡No es verdad, no es verdad / que venimos a vivir en la tierra! / Como hierba en cada primavera / nos vamos convirtiendo: / está reverdecido, echa sus brotes, / nuestro corazón. / Algunas flores produce nuestro cuerpo / y por allá queda marchito.

43. Belleza del canto

Llovieron esmeraldas; / ya nacieron las flores: / Es tu canto. / Cuando tú lo elevas en México, / el sol está alumbrando.

44. ¿Qué es la poesía?

¡Lo he comprendido al fin: / oigo un canto; veo una flor: / oh, que jamás se marchiten!

45. Sed de inmortalidad

Me siento fuera de sentido, / lloro, me aflijo y pienso / digo y recuerdo: / Oh, si nunca yo muriera, / si nunca desapareciera… / ¡Vaya yo donde no hay muerte, / donde se alcanza victoria! / Oh, si nunca yo muriera, / si nunca desapareciera…

46. Dolor del canto

Oye un canto mi corazón: / me pongo a llorar; me lleno de dolor. / ¡Nos vamos entre flores: / tenemos que dejar esta tierra: / estamos prestados unos a otros: / iremos a la Casa del Sol! / ¡Póngame yo un collar de variadas flores: / en mis manos estén; / florezcan en mis guirnaldas! / Tenemos que dejar esta tierra: / estamos prestados unos a otros: / nos vamos a la Casa del Sol!

47. Canto primaveral

Sobre las flores canta el hermoso faisán: / ya sus cantos desata el Dueño del mundo. / Y sólo le responden sus propias aves. / Son las aves rojas bellas que cantan. / Un libro de pinturas es tu corazón: / viniste a cantar, oh poeta, y tañes tu atabal. / Es que en la primavera deleitas a los hombres.

50. Vida falaz

¿Es verdad, es verdad que se vive en la tierra? / ¡No para siempre aquí: un momento en la tierra! / Si es jade, se hace astillas, / si es oro, se destruye; / si es un plumaje de quetzal, se rasga. / ¡No para siempre aquí: un momento en la tierra!

51. En plena primavera

… Bellas olientes flores / se están esparciendo / en el patio florido, entre las mariposas. / Vienen todas ellas de la región del misterio, / en donde está erguida La Flor. / Flores son que a los hombres hacen perder el juicio, / flores que al corazón totalmente trastornan. / Vienen a entretejerse, vienen a derramarse / en tejido de flores, de narcóticas flores.

53. Enigma del más allá

¿Qué es lo que piensas? / ¿Qué es lo que meditas, amigo mío? / ¿Es que no te place tomar el canto? / ¿Es que no deseas las flores del que da la vida? / ¡Goza al lado del atabal / y aléjate cuando gustes! / Mariposa florida entre los hombres pasa: / ¡liba la miel de nuestras flores! / Con nuestras flores, con nuestros abanicos, / con nuestras pipas de tabaco se entrelaza / y se detiene allí a gozar al lado del atabal. / ¿Dónde iré, dónde iré? / ¡Allá donde está la Dualidad! / ¿No es que nos vamos todos al reino de los descarnados? / ¡Con todo, aquí en la tierra es el lugar de la unión! / ¡Todos nos vamos, todos nos vamos / a la Casa del Sol: / nadie por largo tiempo en la tierra perdura / y nadie dice, al fin: ¿Dónde están mis amigos?

54. La vida pasa: hay que vivir

No por segunda venimos a la tierra, / príncipes chichimecas. / Gocémonos y tráiganse las flores. / ¡Al Reino de la Muerte!… sólo estamos de paso: / ¡de verdad, de verdad nos vamos! / ¡Verdad es que nos vamos! / Verdad es que dejamos las flores y los cantos, / y la tierra… ¡Sí de verdad, de verdad nos vamos! / ¿A dónde vamos? ¿A dónde vamos? / ¿Estamos allá muertos o aún tenemos vida? / ¿Hay un sitio en que dura la existencia? / ¡En la tierra tan sólo / es el bello cantar, la flor hermosa: / es la riqueza nuestra, es nuestro adorno: / gocémonos con ella! / Príncipes chichimecas: gozad, / allá donde nos vamos es la Casa del rey de los muertos, / del dios que lanza luces y envuelve en sombras [Popocatzin], / es el sitio a que regresan nuestros abuelos. / Os lanzáis al abismo: / nadie en la tierra queda: / ¡En la tierra tan sólo / es el bello cantar, / la flor hermosa: / es la riqueza nuestra, es nuestro adorno: / gocémonos con ella!

Corte de Nezahualcóyotl. Códice Quinatzin
Corte de Nezahualcóyotl. Códice Quinatzin

55. Misión del poeta

¡Sin duda eres el ave roja del dios, / sin duda eres el rey del que da vida! / Vosotros, los primeros que mirasteis la aurora / aquí cantando estáis. / Esfuércese en querer mi corazón, / sólo flores de escudo: son las flores del sol! / ¿Que hará mi corazón? / ¿Es que en vano venimos, pasamos por la tierra? / De modo igual me iré / que las flores que fueron pereciendo. / ¡Nada será mi renombre algún día! / ¡Nada será mi fama en la tierra! / ¡Al menos flores, al menos cantos! / ¿Qué hará mi corazón? / ¿Es que en vano venimos, pasamos por la tierra?

57. La tiránica ley de la muerte

Yo, yo ahora digo: /– Sólo por breve tiempo, cual flor de la magnolia, / hemos venido al mundo a abrir nuestra corola. / Hemos venido solamente a marchitarnos. / ¡Cese por un momento la amargura: / aún por un momento disipemos la pena! /¿Qué cantaremos, oh amigos míos? / ¿Con qué podemos tener deleite? / Nacen allá nuestros cantos / en donde nació el atabal! / Sufro yo sobre la tierra, / en donde ellos vivieron. / Se irá enlazando la amistad, / se irá enlazando la unión, / se ha de hacer el festín / al lado del atabal… / ¿Pero habré de venir yo? / ¿Habré de elevar un canto? / Ya sólo yo estoy aquí y ellos están ausentes: / entre la niebla y el olvido habré de seguir durando. / Creamos al corazón: ¿Es nuestra casa la tierra? / ¡Sólo en un lugar de angustia, sólo en un lugar de pena, viviendo estamos! / Yo no haré más que cantar, no haré más que preguntar: / ¿Soy acaso como flor? / ¿La sembraré una vez más?/ ¿Soy cual mata de maíz? / ¿Habré de ser otra vez sembrado? / ¿Mi padre, mi madre acaso, me habrán de engendrar de nuevo? / Es la razón porque lloro: / Nadie queda con nosotros: nos han dejado huérfanos en la tierra. / ¿Dónde está el camino para buscar el reino de la muerte? / ¿Dónde el lugar en que habitan los que ya no tienen cuerpo? / ¿Es que sigue habiendo vida en el lugar del misterio? / ¿Es que aún tienen allá conciencia nuestros corazones? / ¡En una arca, en un estuche esconde y amortaja a los hombres, / aquel por quien todo vive! / ¿Habré de verlos acaso? ¿Veré a mi padre y mi madre? / ¿Habrán de venir a darme su canto y su palabra? / Nadie queda con nosotros: ¡nos han dejado huérfanos en la tierra!

66. Canto al dios dual

En el lugar del mando, en el lugar del mando regimos: / es la ley de mi Jefe principal, / Espejo que hace relucir las cosas. / ¡Ya van, ya están preparados!: / ¡Embriágate, embriágate!: / obra el dios de la Dualidad, / Creador del hombre, / Espejo que hace relucir las cosas.

67. Enviado

Flor entretejida de amarillo es mi corazón, / flor entretejida de amarillo es mi timbal, / de la región de la niebla, de la región de la niebla. / Ofrendo ya mis palabras como manojo de amarillas flores, / de la región de la niebla, de la región de la niebla. / Alégrate y goza ahora: / que no para siempre aquí. / ¡Tenemos que ir a su casa, / oh mi vecino Motecuzoma! / La tierra es sólo un préstamo, / son un préstamo las flores. / De la región de la niebla. México-Tenochtitlán.