DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Mitra-Mitraísmo

Mitra es una deidad iraní, asociada a la luz y a Ahura-Mazda, que posteriormente en la India es tomada, junto con Varuna, con el que son gemelos, en los Vêdas, como dioses (âditya) de su panteón. Son asociados con el día y la noche y en términos generales con el bien y el mal y siempre se los presenta en pareja. Son deidades arias que llegan a la India desde el norte y necesariamente nos recuerdan a Ormuz y Ahrimán.

Los himnos de los Vêdas, o mejor el Rig-Vêda no es lo suficientemente claro sobre este dios –como ningún texto mitológico en sus himnos sobre la naturaleza exacta de sus deidades– tal como un hombre de cultura actual, con su manía clasificatoria y su bagaje lógico y racional, podría desearlo.

Mitra, mármol s. II. Museo Hermitage, San Petersburgo
Mitra, mármol s. II
Museo Hermitage, San Petersburgo

Con el tiempo el culto a Mitra fue desapareciendo y es muy curioso que reapareciera en el Egipto griego y en Roma bajo una forma mistérica precediendo al cristianismo –que parece heredar muchos de sus contenidos. Aunque es poco lo que se sabe sobre ello, precisamente por tratarse de sociedades iniciáticas que mantenían los secretos de sus gnosis bajo un espeso manto de silencio. Por lo que, a pesar de ser muy populares y extendidos estos misterios, la literatura clásica apenas si ha recogido algunos fragmentos de su existencia. Se celebraba su fiesta el 25 de diciembre día del nacimiento del sol de invierno victorioso sobre las tinieblas; y se dice que había nacido de una piedra (petra genetrix). Por lo contrario, han quedado numerosos restos arqueológicos de los lugares donde se efectuaban sus ritos y en la iconografía (escultura y pintura) de esta deidad, asociada al toro, al que el sacrificador extermina con una daga.

También se han encontrado las criptas que eran sus templos (mitreos) en los sótanos de mansiones, muy numerosos en Roma y en el puerto de Ostia, aunque extendidos hacia el norte hasta las provincias de los límites del bajo Imperio Romano y la Europa central, Germania, e igualmente Britania donde existen restos y ruinas.

Los mitreos eran salas sin ventanas imitando las cuevas originales divididas en tres partes; la recámara, el salón con bancos adosados a las paredes y el altar que remataba el templo en su extremo. Tenían también siete grados en sus iniciaciones, según el testimonio de San Jerónimo.

En los Textos de magia en papiros griegos, relacionados con el Egipto-griego, posteriormente romano, se cita a Mitra llamándole rey santo, el navegante, el que gobierna el timón del dios soberano (III, 80, 100), y al (IV, 4) que es precisamente llamado la liturgia de Mitra suele tomárselo como una descripción del proceso iniciático en el que el mago debe purificarse para comenzar el viaje teúrgico en procura de su verdadero nombre.

Mitra, mármol s. II. Museo de Londres.
Mitra, mármol romano s. II, hallado
en el centro de Londres (Walbrook Mithraeum)

La crítica moderna pone en duda la identidad del Mitra prevédico e hindú con la del greco-romano. Sin embargo reconoce en ambos un origen iranio. A lo que habría que agregar la dualidad generadora y muchos otros elementos. Nosotros creemos con Mircea Eliade en que:

El culto secreto de Mitra había logrado conjugar el sincretismo greco-romano con la herencia irania.

Por otra parte ese «dualismo» puede advertirse en el casi inmediatamente posterior maniqueísmo.

Un amigo tenía para sí que Mitra y el toro –símbolo de la obcecación y la fuerza bestial– y su continua lucha, eran una imagen del combate entre el sí y lo otro, que niega al Sí Mismo perennemente por lo que jamás dejarán de ser actuales (el sí y lo otro).

Asimismo el nombre caldeo de Mitra significa lluvia, que a su vez parece estar relacionado con el nombre del Metatrón cabalístico, teniendo en cuenta que este término en su sentido más alto es considerado como los efluvios celestes.

Igualmente se ha de tener en cuenta la asociación de la muerte del toro por Mitra con el fin del ciclo de Tauro. También es muy interesante la vinculación establecida entre Hiparco y su «descubrimiento» de la precesión de los equinoccios en el II a. C., con los misterios mitraicos.

Platón nos narra que los habitantes de la Atlántida se reunían una vez al año para dedicarse a la caza del toro y se bebían ritualmente la sangre del animal sacrificado.