DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Máscara

La máscara es un adminículo unánime presente en todas las Tradiciones. Está íntimamente relacionada para los pueblos arcaicos con la pintura facial y el tatuaje, como la indumentaria y el disfraz con otras simbólicas corporales.

El tatuaje ritual, practicado por varias tribus indígenas americanas, en especial en Norteamérica y Suramérica, es una combinación del simbolismo de las pinturas corporales con el autosacrificio sangriento: mutilaciones, torturas e incisiones iniciáticas; también, como se ha dicho, con lo que representan las máscaras; y siempre estas expresiones son símbolos de las energías cósmicas y de la participación del ser humano en ellas. Este arte simbólico y metafísico del tatuaje es prácticamente universal y se encuentra difundido en lugares tan remotos entre sí como la Polinesia y Siberia. En Mesoamérica no ha habido comprobación etnológica actual, aunque algunas estatuas tienen incisiones y este hecho consta en numerosas crónicas. El uso de orejeras, narigueras y otros adminículos guarda estrecha vinculación con el tema, aunque es en las máscaras (con incisiones y colores) donde se hace evidente. Por otra parte la sangría del pene y la lengua como forma sacrificial debe haber dejado marcas y cicatrices. Las máscaras, particularmente las que representan seres mitológicos humanos y animales, se continúan usando en todo el mundo en ceremonias y bailes sagrados, donde también, en muchos casos, se incluye el disfraz.

Mascarón de Copán. Dibujo de Rafael Rosas Monroy
Mascarón de Copán
Dibujo de Rafael Rosas Monroy

2. Todos los pueblos han utilizado máscaras y aún las siguen usando. Para los pueblos arcaicos y las civilizaciones tradicionales, ellas están ligadas íntimamente a lo sagrado y representan energías cósmicas y metafísicas presentes en su cosmovisión y panteón; lo mismo la ropa ceremonial y los atributos e insignias que portan en sus constantes ritos. Están pues ligadas de modo íntimo al espíritu y los dioses, y a las fuerzas que estos manifiestan en la sacralidad de todo lo existente. Vestirse con aquellas ropas, máscaras y atributos –en los que todo es simbólico– es encarnar las energías cósmicas y metafísicas de la Creación universal, siempre presente; es por lo tanto vivir en el permanente ahora, en el gesto original, que igualmente reiteran sus coreografías. Por lo tanto es armonizar con la fuerza universal participando de ella, y sobre todo contactar con los espíritus invisibles que pueblan y gobiernan el mundo, mediante esta invocación que, en su integridad, no deja nada fuera del ser. Desde luego que esta actitud es transformadora, pero debe señalarse que no se ha de tomar esta expresión en un sentido superficial: como si sólo esa metamorfosis fuera externa; vgr.: el que se disfraza de tigre cree convertirse en un felino y así puede descargar su agresividad. Por el contrario, la imagen del tigre tiene en la cosmovisión indoamericana innumerables relaciones vinculadas con lo invisible y espiritual que nadie hoy atribuiría al tigre; lo mismo con todos los animales y otras formas simbólicas.

Máscara de diablo. Mazatenango, Guatemala, c. 1920
Máscara de diablo
Mazatenango, Guatemala, c. 1920

Empero estas actitudes son tan propias del ser humano que aún en el mundo desacralizado en que vivimos subsisten; dos ejemplos de ellas son el carnaval (cuyos orígenes paganos son las saturnales romanas que también llegaron a practicarse de modo religioso e iniciático en la Edad Media europea, dentro de los mismos templos, y aun de modo galante y mistérico en Venecia en el Renacimiento y han llegado hasta hoy) e igualmente el maquillaje femenino. Por otro lado este poder transformador de la máscara, al aparentar algo, es compartido con todos aquéllos que van recibiendo así sus energías; por cierto que esto es válido también para gesto y voz, y sobre todo para el ritmo que acompaña a estos movimientos.

Aplique en forma de máscara trágica femenina de tipo dionisíaco. Bronce. Museo Arqueológico Nacional. Florencia
Aplique en forma de máscara trágica femenina de tipo dionisíaco.
Bronce. Museo Arqueológico Nacional. Florencia

Entre las máscaras populares actuales, señalaremos las extrañas y como deformes realizadas en Estados Unidos por los iroqueses (caras falsas) y unas similares producidas en el departamento de Guerrero, México. También en Mesoamérica las vinculadas con «el baile de la conquista», o aquéllas relacionadas con moros y cristianos, herederas folklóricas de danzas europeas adaptadas por los indígenas. En los países andinos de Sudamérica también se utilizan máscaras para determinadas ceremonias, entre las que deben destacarse las utilizadas en las «diabladas» bolivianas, curiosamente semejantes a otras, representando espíritus, que son frecuentes en el Budismo Mahâyâna.

La palabra máscara deriva del latín y significa persona. Resulta evidente su relación con el simbolismo del teatro.

Relieve. Menandro con una Musa. Museo Vaticano, Museo Gregoriano Profano ex Lateranense
Relieve. Menandro con una Musa.
Museo Vaticano, Museo Gregoriano Profano ex Lateranense