DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Himnos Sumerios

Como se ha visto en nuestra entrada Dioses-Diosas ( 2. Dioses Caldeos), An es la divinidad del cielo, paredro de la diosa de la Tierra, o mejor dicho de la diosa madre, surgidos ambos de Nammu, la diosa del Océano Primordial, aunque también aparece como procreando con ésta y generando a Enki vinculado a las aguas subterráneas y al fundamento abismal de la tierra y los cielos. An es el padre y original rey de los dioses y de él reciben los reyes su poder, ha creado las estrellas como ejército, reside en lo más alto del cielo.

Enlil, es hijo de An, Señor del Aire o Atmósfera –lo que incluye desde el aliento al huracán– ha separado el Cielo y la Tierra dando lugar al día, y reside en lo alto de la Gran Montaña, su ojo contempla toda la tierra y hereda la realeza de su padre; ha inventado el arado y en algunas versiones abriendo con él la tierra ha hecho surgir al hombre. En la versión posterior acadiobabilónica, Anu entrega su poder de los "cuatro vientos" a Marduk (quien será el que se convierta aquí en el rey de los dioses) para que pueda vencer a Tiamat y determinar y establecer el Cielo y la Tierra.

Inanna (Venus, y la Ishtar babilónica) hija de Enlil, es uno de los 7 dioses que administran los me, los decretos divinos con los que ellos incluso se adornan pues encarnan la realeza, el señorío; cada mes, en la luna nueva, los dioses del país se congregan a su alrededor para cumplir los me mientras otros se arrodillan para recitar la plegaria por todas las tierras (himno a Inanna). La Dama que surge en el cielo es guerrera, va armada de lanza y escudo, se la viste mitad de mujer y mitad de hombre mientras se desfila ante ella; es virgen y también hieródula y diosa de la dulzura y el amor, aunque sus amores no parecen ser afortunados.

Himno a An

¡Señor Supremo, que precedes a todos, que has hecho / poderosas las "fuerzas divinas" perfectas, / el más anciano de los señores! / El que levanta la cabeza, el enorme, el toro, del que sale todo germen, / el del nombre importante, revestido de poderoso terror, / cuya suprema sentencia nadie derriba, / la "montaña de las puras fuerzas divinas", revestida de terror, / se ha sentado en el sillón grande: / An, el rey de los dioses, / le miró desde lejos con su mirada fija, / al príncipe Lipit-Ishtar le miró con su mirada fija, / le dio vida para días lejanos, / al príncipe Lipit-Ishtar le dio vida para días lejanos. / La sentencia de An está sólidamente asentada, / ningún dios se opone a ella, / los dioses Anunna, todos los dioses / se reunieron con él en el lugar del destino. / Ha hecho aparecer radiantemente todas las grandes "fuerzas divinas", / los dioses del cielo (por esto) acudieron a él. / Dispuso con justicia las reglas (del cielo), / cualquiera se le doblega en el cielo y en la tierra. / Con su suprema "fuerza divina", en [ … ], / el gran An regaló el reino estimado / a Lipit-lshtar, hijo de Enlil. / Grande es An, el dios que aparece es grande, / el apoyo del poderoso An es el rey Lipit-Ishtar. (Es su antífona.) / An, con su corazón rebosante de gracia, le nombró rey, / (y) le habló fielmente al descendiente real: / "¡Lipit-Ishtar, te he otorgado poder, que levantes orgullosamente tu cabeza al cielo, / que, igual que una tempestad naciente, seas tú revestido de terrible resplandor, / que tu temporal cubra a todos los enemigos (y) a la tierra extranjera insubordinada! / ¡Impusiste justicia a Sumer y Akkad, alegraste el corazón del país, / apareciste, Lipit-Ishtar, hijo de Enlil, reluciente como el día! / ¡(Que) las ciudades donde viven los hombres estén al unísono contigo, / que el pueblo de los "cabezas negras", numeroso como las ovejas, siga tu buen mandato! / ¡Lipit-Ishtar, hasta del país extranjero tú eres su rey! / ¡El alto trono principal, el adorno eterno, / Enlil te dio fielmente, te consolidó su fundamento, / Zu-en te colocó la corona firmemente, que la lleves para siempre! / ¡Enki te revistió de las "fuerzas divinas" del principado, / Inanna te acompaña en su vestido de princesa, / que te acompañen el "buen Udug", el "espíritu tutelar del Ekur", / que intercedan por ti en tus ofrendas alimenticias, / cuando ofrezcas uvas y leche! / ¡Niño, criatura de Enlil, que todo lo logres!" / Siguen dos versos destruidos. / An, revestido de terror, te ha donado a ti, al hijo elegido de E[nlil], grandes dones. / (Es su antífona). / La palabra de An determina la buena suerte, / La palabra del gran An [determina] la buena suerte; / A Lipit-Ishtar, hijo de Enlil, [le ofrece su] brazo.

Himno a Enlil

¡Muy grande Señor, montaña de los I[gigu], / príncipe de los Anunnaku, Gran (dios) reflexivo, / [En]lil, Señor muy grande, montaña de los Igigu, / príncipe de los Anunnaku, gran (dios) reflexivo, / que te renuevas sin cesar, que lo que dice tu boca es invariable, / de quien ningún dios revoca lo que dicen tus labios! / Señor de los señores, rey de reyes, padre que has engendrado a los grandes dioses, / Señor de los destinos y de las normas, que gobiernas los cielos y la tierra, / Señor de todos los países, / que juzgas sin llamada, cuya orden es inmutable, / que fijas los destinos de todos los dioses, / que, a tu orden, son engendrados los pueblos, / tú nombras rey y gobernador. / Puesto que está en tu poder crear dios y rey, / y porque tú conviertes al débil en fuerte, / entre los numerosos astros de los cielos, / yo, Señor mío, me he confiado en ti, te he celebrado, / te he sido atento. / Fíjame un destino de vida, …

Otro himno a Enlil

Enlil, cuyas órdenes llegan muy lejos, / el de la palabra santa; / El Señor de la decisión inmutable, / que decreta para siempre los destinos; / Aquel cuyos ojos abiertos recorren el país. / Cuya elevada luz escruta el corazón de todos los países; / Enlil, sentado cómodamente bajo el blanco Palio, / bajo el Palio sublime; / Aquel que cumple los decretos de poderío, de señorío, de realeza. / Aquel ante quien los dioses de la tierra se inclinan aterrorizados, / Ante quien se humillan los dioses del cielo… / … El Cielo, de donde Enlil es el Príncipe; / la Tierra, de donde él es el Grande; / Los anunnakis, de quienes él es el dios sublime.

Cuando en su majestad decreta los destinos, / Ningún dios se atreve a mirarle.

Es únicamente a su glorioso visir, el chambelán Nusku, / A quien los mandatos y la palabra de su corazón / El describe: de ellos le informa, / Le encarga de ejecutar sus órdenes universales, / Le confía todas las reglas santas, / Todas las leyes divinas.

Sin Enlil, el "Gran Monte", / Ninguna ciudad sería construida, ningún establecimiento fundado: / Ningún establo sería construido, ningún aprisco instalado; / Ningún rey sería exaltado, no nacería ni un solo gran sacerdote; / Ningún sacerdote mah, ninguna gran sacerdotisa / podrían ser escogidos por la aruspicina; / Los trabajadores no tendrían ni inspector ni capataz…; / A los ríos, sus aguas de la crecida nos los harían desbordar; / Los peces del mar / no depondrían huevas en el juncal; / Las aves del cielo / no construirían sus nidos en la ancha tierra; / En el cielo, / las nubes erráticas no darían su humedad; / Las plantas y las hierbas, gloria de la campiña, / no podrían crecer, / En el campo y en la pradera,
los ricos cereales no podrían granar; / Los árboles plantados en el bosque montañoso / no podrían dar sus frutos… (Trad. Samuel N. Kramer).

Himno a Inanna

Mi padre me ha dado el cielo, me ha dado la tierra: / ¡Yo soy la reina del cielo! / ¿Existe algún dios, uno solo que pueda rivalizar conmigo? / Enlil me ha dado el cielo, me ha dado la tierra: / ¡Yo (soy la reina del cielo)! / Él me ha dado mi señorío, / él me ha dado mi realeza, / él me ha dado mi batalla, (él me ha dado mi) combate, / él me ha dado la inundación, (él me ha dado) la tempestad, / él ha colocado el cielo en mi cabeza como una corona, / él ha atado la tierra a mi pie como una sandalia, / él ha fijado la sagrada vestidura alrededor de mi cuerpo, / él ha colocado el sagrado cetro en mi mano. / Los dioses son bandadas de (temerosos) pájaros, (pero) ¡yo soy reina, yo! / Los Anunna se escabullen (a su) alrededor, ¡Yo, la vaca salvaje, dadora de vida, soy yo! / ¡ La vaca salvaje, dadora de vida del Padre Enlil, soy yo! / ¡Su vaca salvaje, dadora de vida que es la primera / Cuando entro en el Ekur, la casa de Enlil, / el guardián de la puerta no me detiene, / el visir no me dice, "Espera". / ¡El cielo es mío, la tierra es mía! ¡Yo, una guerrera soy yo! / (…) ¿Existe algún dios, uno (solo) que pueda rivalizar conmigo? (trad. Federico Lara Peinado).

La diosa Ishtar vista como Lilith
La diosa Ishtar (Inanna sumeria) vista como Lilith
Terracota, c. s. XVIII a. C., British Museum