Eros (gr.)
Nadie mejor que Platón para hablarnos de la naturaleza de Eros; efectivamente, después de quejarse amargamente de que los poetas hayan entonado himnos a todos los dioses, menos a Eros, Fedro se explaya de este modo subrayando esta injusticia:
– Pues ser con mucho el dios el más antiguo, dijo, es digno de honra y he aquí la prueba de esto: padres de Eros, en efecto, ni existen ni son mencionados por nadie, profano o poeta. Así, Hesíodo afirma que en primer lugar existió el Caos y luego la Tierra de amplio seno, sede siempre segura de todos, y Eros.
Y con Hesíodo está de acuerdo también Acusilao en que, después del Caos, nacieron estos dos, Tierra y Eros. Y Parménides, a propósito de su nacimiento, dice: De todos los dioses concibió primero a Eros. (Platón, Banquete, 178 a-b).
A lo cual se opone Agatón manifestando que:
A ésta, [la vejez] en efecto, Eros la odia por naturaleza y no se le aproxima ni de lejos. Antes bien, siempre está en compañía de los jóvenes y es joven, pues mucha razón tiene aquel antiguo dicho de que lo semejante se acerca siempre a lo semejante. Y yo, que estoy de acuerdo con Fedro en otras muchas cosas, no estoy de acuerdo, sin embargo, en que Eros es más antiguo que Crono y Jápeto, sino que sostengo, por el contrario, que es el más joven de los dioses y siempre joven, y que aquellos antiguos hechos en relación con los dioses de que hablan Hesíodo y Parménides se han originado bajo el imperio de la Necesidad y no de Eros, suponiendo que aquéllos dijeran la verdad. (Platón, Banquete, 195 b-c).
Sin embargo, siguiendo a Ficino esos dos parlamentos son igualmente válidos y no se oponen entre sí, sino que se complementan, como es el caso de otros diálogos de Platón, que confronta ideas, para tocar al lector, agregamos nosotros, aunque nos parece muy importante e intrigante la relación que hace entre la Necesidad y Eros.
Y el mismo Agatón más adelante eleva un himno descriptivo a Eros, cumpliendo así con aquello que se daba en faltar.
Él es quien nos vacía de extrañamiento y nos llena de intimidad, el que hace que se celebren en mutua compañía todas las reuniones como la presente, y en las fiestas, en los coros y en los sacrificios resulta nuestro guía; nos otorga mansedumbre y nos quita aspereza; dispuesto a dar cordialidad, nunca a dar hostilidad; es propicio y amable; contemplado por los sabios, admirado por los dioses; codiciado por los que no lo poseen, digna adquisición de los que lo poseen mucho; padre de la molicie, de la delicadeza, de la voluptuosidad, de las gracias, del deseo y de la nostalgia; cuidadoso de los buenos, despreocupado de los malos; en la fatiga, en el miedo, en la nostalgia, en la palabra es el mejor piloto, defensor, camarada y salvador; gloria de todos, dioses y hombres; el más hermoso y mejor guía, al que debe seguir en su cortejo todo hombre, cantando bellamente en su honor y participando en la oda que Eros entona y con la que encanta la mente de todos los dioses y de todos los hombres. (Platón, Banquete, 197 c-e).
Para finalizar, en este Diálogo aparece Sócrates quien invocando la autoridad de su maestra Diótima explica que Eros es un → démon, y por tanto un espíritu intermediario que igualmente toma otras formas vinculadas con la transmisión, la ignorancia y la sabiduría dada por su intermedio, y por ello este espíritu celeste inspirado por la deidad e hijo de Afrodita acuciado por la necesidad de unir las cosas entre sí, está estrechamente vinculado a la Necesidad (de conocer), según nos parece.
Hay un Eros cósmico y un Eros supracósmico, que desciende a unir toda la masa del Universo, digamos de éste que es un dios no humano.
2. Dice Hesíodo en su Teogonía (trad. de Paola Vianello de Córdova):
Primeramente, por cierto, fue Abismo; y después, Gea de amplio seno, cimiento siempre seguro de todo inmortal que habita la cumbre del Olimpo nevoso, y Tártaro oscuro al fondo de la tierra de anchos caminos, y Eros, que es entre los inmortales dioses bellísimo, que desata los miembros, y de todos los dioses y hombres domeña la mente y la voluntad prudente, en el pecho. (116-124).
Como vemos este dios, que no aparece en Homero, es el más bello de los dioses y encanta tanto los corazones de sus pares como los de los hombres. Se lo consideró el más joven de todos los olímpicos, hijo de Afrodita, Cupido es su camarada perpetuo. Dios de la unidad por excelencia; esa misma cualidad es propia del amor. La palabra hebrea Ahabah: Amor, numéricamente equivale a la palabra Ehad (Uno) y por tanto se identifica con la sefirah Kether. → Venus-Afrodita → Homosexualidad.
Imagen de Eros del s. XVII (Barroco).