DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Encarnación

El vocablo encarnación es utilizado mucho en el Catolicismo al punto que no sabemos si su uso ha sido promovido por él. Se trata de la encarnación de Dios en un hombre y generalmente se utiliza para señalar que el Maestro Jesús de Galilea es Dios. Este dogma de la Iglesia no resiste el análisis ya que el que un hombre cualquiera, por más sabio y santo que fuera, pudiera ser la totalidad universal es un error a ojos vista. Se nos dice que no es Dios, sino el Hijo de Dios y que por eso podía hacer milagros. Lo cual también es curioso porque él mismo sólo se designó como Hijo del Hombre, y despreciaba su don de milagrero.

No es el caso de entrar en circunstancias controversiales que a nada nos llevarían. Sólo queremos destacar que hoy día los hermetistas suelen tomar a la encarnación como identidad con lo sagrado sin ningún atisbo de literalidad. Así la identificación de lo humano con lo divino es un hecho dada la doble naturaleza de este ser. No obstante es difícil esta aceptación, –que los iniciados suelen tomar, tan amplia, verdadera y generosamente–, por parte de los administradores eclesiásticos que aún no se han apeado de talantes inquisitoriales. No se necesita ser divino para esta identificación que se produce en lo más recóndito del corazón y da lugar a todas las auténticas transformaciones individuales. En efecto, no se precisa haber nacido un dios, o un ángel, para alcanzar estos grados de sacralidad. De hecho, un hombre cualquiera (¿cualquiera?) puede obtenerla, incluso un pecador puede realizarlo, sin duda que por la gracia divina, ya que el espíritu, como está dicho, sopla donde quiere (¿en cualquier lugar?). Y cuando quiere.

La Inteligencia Universal encuentra un eco y una receptividad en la inteligencia particular donde se refleja, y así ilumina las vidas de aquellos que se han prestado a recibirla, vaciando la copa abarrotada de su alma. Encarnar, entonces, es Ser; fecundar de modo virginal la Sabiduría Primigenia, en el seno de uno mismo, que pasa a ser el Sí Mismo por un proceso de identificación con lo numénico. Esta es la única forma de conocer, dada la relación entre el Conocer y el Ser, ya que este último no es nada más que lo que conoce. Aunque esta identificación de la que hablamos no podría ser jamás tomada de manera profana, o sea al pie de la letra, como se suele hacer hoy día, de acuerdo a la ignorancia que adorna a los contemporáneos. Conocer, entonces, es un verdadero proceso de identificación que se efectúa entre el creador y su criatura por medio de los intermediarios divinos.

Esta última acepción del término encarnar nos parece mucho más correcta respecto a algo que nos es ajeno, y hasta disparatado como es la posibilidad de una deidad creadora afincada en el tiempo histórico. Conocer es encarnar, es decir Ser.

Encarnación

J. J. Becher, Physica subterranea, 1703.