DICCIONARIO DE SIMBOLOS Y TEMAS MISTERIOSOS
Federico González Frías

DICCIONARIO

Alquimia

Alquimista-sacerdote-mago.
Miniatura alquímica del siglo XVII.
Alquimista-sacerdote-mago
Miniatura alquímica del siglo XVII

La Alquimia es la ciencia y el arte de las transmutaciones internas que, practicada por numerosos pueblos no siempre de modo material o de manera vegetal, animal o metálica como espejo de lo espiritual, sino a veces exclusivamente de esta última suerte, tiene siempre el mismo propósito: el tránsito del alma hacia el Conocimiento.

La Alquimia mineral, la más popular y la única que se suele conocer por ese nombre tuvo su apogeo en los siglos XVII y XVIII aunque varios textos fueron conocidos desde la Edad Media e incluso desde la Grecia anterior y posterior a Cristo (Zósimo, Papiro de Leiden), y siempre estuvieron rodeados por el misterio propio de las iniciaciones.

Libros oscuros, criptogramáticos que emplean un lenguaje propio –que a veces varía de uno a otro autor– denotan, no obstante, la idea de claves para ir abriendo puertas en el sendero iniciático.

En un trabajo anterior hemos establecido a nuestro criterio, las distinciones entre el arte alquímico y el teúrgico adjudicando al primero la realización individual, personal, y al segundo la labor de ligazón universal, o sea la magia transpersonal. Pero es necesario efectuar la alquimia para ejercer la teúrgia.

Según Mircea Eliade en Cosmología y Alquimia Babilónicas:

La presencia misma de los metales en la sociedad humana le aporta a ésta numerosas fuerzas mágicas desconocidas pertenecientes a otros niveles cósmicos y porque esas fuerzas oscuras (sagradas o demoníacas) le revelan otros horizontes al alma humana y le permiten intentar otras experiencias.

Laboratorio alquímico. ALquimista, matraz y athanor. En: Praeciosa ac nobilissima artis chymiae… de Janum Lacinium. Norimbergae 1554. 
Praeciosa ac nobilissima artis chymiae collectanae de occultissimo ac praeciosissimo philosophorum lapide.
Janum Lacinium. Norimbergae, Ioann Gabrielem Hayn.
Petrei generum, 1554.

Todas las cocciones tienen lugar en el Athanor, horno o caldero alquímico, imagen del alma humana donde se producen las operaciones. Por otro lado tres son los principios universales que rigen las actividades del adepto, filósofo o alquimista, un principio activo, otro pasivo y un tercero neutro capaz de conjugar los dos primeros y al mismo tiempo actuar de modo independiente: el azufre, el mercurio y la sal.

Esos principios a su vez sufren dos tipos fundamentales de manifestación, los de disolverse y coagularse. E igualmente combinan con cuatro elementos diferenciados, fuego, aire, agua y tierra que indican el estado radiante, gaseoso, acuoso y terroso de la materia.

En cuanto a las operaciones, éstas son innumerables y varían según las circunstancias de modo, tiempo y lugar. Asimismo se distingue a los auténticos sabios de los simples "sopladores", falsos alquimistas que no son otra cosa que charlatanes, mistificadores, cuando no eruditos. Investigar en la alquimia es sumergirse en un mar de dificultades que es capaz de hacer zozobrar nuestra nave. Para lo cual es necesario recurrir a otras disciplinas metafísicas antes de entregarse a especulaciones y experimentaciones con metales u otros materiales ya que los más grandes intérpretes de esta ciencia, puesta bajo la advocación de Elías Artista, jamás han pisado un laboratorio puesto que la simple química actual, –y aunque muchos de sus logros tienen este origen–, sigue una dialéctica diferente, incluso opuesta a sus contenidos esotéricos, sapienciales o iniciáticos.

Presentamos un texto de H. Khunrath, nacido en Dresde c.1560 (m. 1605), autor e ilustrador de distintos tratados alquímicos, discípulo de Paracelso ejerció de médico en dicha ciudad, Magdeburgo y Hamburgo (a veces en su obra se habla de analogías con la experimentación alquímica, mucha de la cual ha pasado de manera profana a la química), filósofo hermético y –al parecer– uno de los primeros rosacruces, tal vez uno de los fundadores o de los que participaron directamente de su generación. Entre sus obras: Amphitheatrum sapientiae aeternae, Hamburgo 1595; Confessio de chao physico-chemicorum catholico, 1595; Magnesia catholica philosophorum, 1599; De igne magorum philsophorumque…, 1608; Lux in tenebris, 1614. Esto escribía comentando el libro de Proverbios:

¿Es que no grita la Sabiduría (Hhochmah), y la Inteligencia (Binah), no da su voz? (Prov VIII, 1).

La Sabiduría grita] ¿En qué lugar? En todo el Universo; por ejemplo en los libros de la Naturaleza y de la Criatura, de la Sacro-Santa Escritura y de la Conciencia propia, e igualmente en todas las cosas en que se ofrece a los deseos; los Astros, centelleando, claman y nos invitan a la Luz Eterna; los Vientos claman y anuncian el Espíritu del Señor que habita en cada uno de ellos; las Aguas claman y nos convocan al Río Cristalino del Paraíso y a esas aguas ocultas de los Filósofos; la tierra clama y mediante mil voces, por las flores y los frutos, se esmalta de tantos colores Filosóficos de la Naturaleza; la tierra clama cuando tiembla y se sacude, a fin de que comprendamos la inversión del mundo. Da su voz] ¿Cuál es ella? Ella es Tri-una; la voz de la Naturaleza, la de la Sacro-Santa Escritura y la de la Ley de la conciencia, esas tres chispas de la Justicia Divina. Escuchamos esa Voz católica mediante los oídos de los sentidos, de la razón, del Intelecto y del Alma, en el Oratorio orando, en el Laboratorio laborando Micro y Macro-Cósmicamente, Físicamente, Físico-Médicamente, Físico-Químicamente, etc. Como lo indican las figuras segunda y cuarta de este Anfiteatro. La voz de Dios está en Todos por medio de Todas las cosas y viene de Todas las cosas hacia Todos. (Amphithéâtre de l’Éternelle Sapience XXXV, Hanau, 1609).

La palabra griega metanoia significa con exactitud los propósitos de la alquimia y sus adeptos, los alquimistas.  Azufre, Mercurio y Sal.

Alquimistas. Thomas Norton, The Ordinal of Alchemy.
Miniatura de manuscrito, siglo XVI
(Thomas Norton, The Ordinal of Alchemy)